Los tres tiempos.

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Camino hacia la parada de autobús donde se encuentra Alex. Ahora que me puedo fijar mejor, es muy atractivo. Su forma de distraerse es... Distinta. Mira al infinito con miedo y valentía; con tristeza y alegría; como si escondiese algo que carga sobre su espalda, de lo que nunca se podrá librar. Y lo observa todo detenidamente, sin ser penetrante ni subestimando lo que ve. Simplemente... Él. Y eso es... Sexy.

-Ey dormilón, ¡que estoy aquí!

-Ah, hola Kira.-Dice sonriente.- ¿Qué es lo que escuchas?

-Mmm... No sé, una mezcla entre gritos e instrumentos desafinados.

-Me encanta esa música. Su capacidad para estresarme es sublime.- Dice con cara de interés (obviamente, interés sarcástico).

Esto me hace reír y ambos acabamos con lágrimas y dolor de tripa rápidamente.

Mientras esto, llega el autobús. El conductor nos mira como si fuésemos pareja o algo. Sonríe orgulloso de lo que ve. Sin embargo, no veo las razones por las que debe pensarlo. Además, me suena su cara. Miro su placa: Luis Jefazo. Me recuerda a... Rosas. A doce rosas en concreto. Pero nada más. Le saludo educadamente y paso el abono por el detector.

Se ha quedado parada. Mirando fijamente a la placa. Sin embargo, ha continuado andando. Puede que no haya recordado nada. Pero lo más probable es que sí.

Durante el camino se hace tensión entre ambos. Se la nota distante y fría, como si supiese lo que el nombre significa para ambos, aunque ella no lo sabe.

No consigo entenderlo. ¿Conductor? ¿Rosas? No encaja. Noto a Alex expectante de una respuesta a la tensión que se ha generado en estos momentos. Pero, simplemente espera. Minutos más tarde, cansado de esperar se vuelve hacia mi interrogante.

-¿Qué te pasa?

-Nada.

-Dímelo.

-Que no me pasa naada.- Digo sonriendo por su cara de confusión.

-¿De verdad?

-De verdad.

Ambos nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos, intentando adivinar los pensamientos del otro. Sé que sabe mi situación, y seguramente haya supuesto que el conductor me ha recordado a algo. No sé cómo lo sé, pero lo sé.

-¿Sabes algo, Alex? No sé por qué, pero creo que te conozco. ¿Te conocía de antes? Y por favor, dime la verdad.

¿Se ha acordado? No puede ser. No sé que decir. Miles de sentimientos afloran y me aturullan. 

Si le digo que no, cuando descubra la verdad, no me va a volver a querer nunca. Pero al menos eso mantendrá nuestra relación intacta, ya que hasta que no lo sepa, no existirá la tensión que creará el saber que yo estoy en su pasado, y ni siquiera puede recordarme.

Y si le digo que sí, me presionará para que le diga cuán importante era para ella. ¿Qué pasará cuando descubra el origen del problema? Ni siquiera sé como explicárselo. Además, se dará cuenta de que la mentí al decirle que no tenía sus redes sociales. Ahora mismo no puedo pensar. ¿Qué digo? ¿Qué respondo? ¿Qué elección debo tomar?

Le veo dudar. Está confuso y asustado por lo que, antes de que lo dijese ya sabía la respuesta.

-Sí, Kira. Formo parte de tu pasado, de tu presente y espero que también de tu futuro.

Pero, ¿cuál es tu historia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora