Capítulo LVIII

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     — ¿Sheryl?

     —Deja de mirarme como si estuviera muriendo —dice ella con severidad.

     No importa cuánto trate de ocultarlo, sé que algo no está bien. ¿Qué es lo que le ha pasado? ¿Por qué su cuerpo tiembla tanto? ¿Y por qué su piel está tan fría?

     — ¿Quién estaba arriba? —Me pregunta, se recarga en una pared intentando adoptar una posición intimidante pero sé que lo hace sólo porque le cuesta mantenerse en pie durante demasiado tiempo—. ¡Deja de mirarme así!

     — ¿Qué te pasó?

     Pone los ojos en blanco y suelta un cansino suspiro, mismo que utiliza para ocultar una mueca de dolor que no me pasa por alto.

     No me queda más que responderle sus preguntas, sé que no responderá ella a las mías.

     —El Jefe de la Elite está arriba.

     — ¿Y…? ¿Y el incendio? ¿Quién lo causó?

     Parece que el simple hecho de hablar le quita el aliento.

     ¿Qué es lo que le han hecho?

     —Me parece que ha sido Flareon. —La explosión que sucede encima de nosotras me obliga a hacer una pausa, un poco de polvo cae sobre nuestras cabezas—. No estoy muy segura, pero James…

     — ¿Dónde está…? ¿Dónde está él?

     Sheryl, ¿qué te ocurre?

     —No estoy segura…

     Tengo que usar todo mi autocontrol para evitar que la tristeza y la angustia se apoderen de mí. Aunque es difícil. No puedo pensar en que James podría estar herido, pero tampoco puedo pensar que lo que le pasa a Sheryl es solamente un rasguño. Además, tampoco sé qué ha sido de David. Y Diamond está arriba con los Pokemon de ese hombre asqueroso y pervertido. Teniendo tantas cosas en la cabeza, sólo puedo sentir que la jaqueca va apareciendo poco a poco.

     —Diamond se ha quedado arriba, junto con Charmander —continúo, me cuesta hablar gracias al nudo que ha aparecido en mi garganta—. Además, el incendio sigue avanzando.

     —Lo sé, me ha costado llegar hasta aquí.

     — ¿En dónde estabas?

     — ¿Eso importa?

     Bien, no hablará.

     Otra nube de polvo se desprende del techo.

     —Tus manos, ¿cómo están?

     Sheryl señala mis nudillos con una mirada, una mirada vacía. Al mirarlas me aterra ver las condiciones en las que se encuentran, con los nudillos destrozados por los golpes y cubiertos de sangre. Punzan, el polvo me causa un ardor insoportable.

     —Estaré bien —le aseguro, aunque sé que el simple hecho de cerrar mis dedos para tomar una Pokebola podría causarme un dolor desmesurado.

     —En ese… En ese caso, tenemos que poner manos a la obra.

     —Pero no luces bien, posiblemente no puedas…

     —Cierra la boca o seré yo quien te lance al fuego esta vez.

     ¿Por qué le cuesta tanto admitir que no puede continuar?

     Aunque me alegra tenerla aquí a mi lado, no quiero que ella se arriesgue cuando está en semejantes condiciones. ¿Qué tipo de mejor amiga sería entonces? Estoy totalmente segura de que si ella llegara a cerrar los ojos, nunca más los abriría de nuevo.

Pokemon V: La Batalla Contra la EliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora