01.

98 9 4
                                    

—¡Oh, Dios!
Pum.
—Oh, Dios.
Pum, pum.
¿Qué diablos…?
—¡Oh, Dios, se siente tan bien!
Me desperté súbitamente, confundido, mientras miraba alrededor de la extraña habitación. Cajas en el suelo. Fotos apoyadas contra la pared.

Mi nueva habitación, en mi nuevo apartamento, me recordé a mí mismo, colocando ambas manos en el edredón, concientizándome del lujoso número de hilos. Incluso medio dormido, me sentía consciente del conteo de hilos.
—Mmm… Sí, cariño. Justo ahí. Justo así… ¡No te detengas, no te detengas!
Oh, no…
Me senté, froté mis ojos, y me di vuelta para mirar la pared detrás de mí, comenzando a entender lo que me despertó. Mis manos todavía acariciaban distraídamente el edredón, atrayendo la atención de Clive, mi maravilloso gato.
Colocando su cabeza bajo mi mano, Clive exigió que lo acariciara. Lo hice mientras miraba alrededor y me orientaba.
Me mudé previamente ese día. Era un apartamento magnífico: habitaciones espaciosas, pisos de madera, puertas arqueadas; ¡Incluso tenía una chimenea! No tenía idea de cómo hacer fuego, pero eso no importaba. Moría por poner cosas sobre la repisa de la chimenea. Al ser diseñador de interiores, tenía el hábito de colocar cosas mentalmente en casi todos los espacios, tanto si me pertenecían a mí como si no. Eso a veces enloquecía un poco a mis amigos: el que estuviese constantemente reubicando sus chucherías.
Pasé el día mudándome, y después de sumergirme en la increíble y
profunda bañera con patas estilo garras hasta quedar como una pasa, me acomodé en la cama y disfruté de los crujidos y chirridos de mi nuevo hogar: las luces del tráfico afuera, un poco de música suave y el reconfortante clic-clic de Clive explorando. El clic-clic venía de su cutícula, verán…

Mi nuevo hogar, pensé con satisfacción mientras volvía sentir soñolencia, y por eso me sorprendí bastante al estar despierto a las… vamos a ver… dos treinta y siete de la mañana.
Me encontré mirando estúpidamente hacia el techo, tratando de volver a
dormir, pero fui sorprendido de nuevo cuando mi cabecera se movió, se golpeó, contra la pared, mejor dicho.
¿Me estás tomando el pelo? Luego escuché, muy claramente:
—Oh, kookie , ¡se siente tan bien! Mmm…
Oh, cielos.
Parpadeando, me sentí más despierto ahora y un poco fascinado por lo que claramente pasaba al otro lado. Miré a Clive, él me miró a mí, y si no fuera porque me sentía demasiado cansado, habría jurado que me guiñó un ojo. Supongo que alguien debía estar teniendo buena acción.

Me encontraba en un pequeño período de sequía. Uno muy largo. Un espantoso y rápido sexo de una noche en un inoportuno momento se robó mi orgasmo. Llevaba seis meses de vacaciones hasta ahora. Seis largos meses.
Mi mano estaba adolorida de intentar desesperadamente de encontrar una
liberación. Pero O se hallaba en lo que parecía ser una interrupción permanente.

Aparté los pensamientos de mi O perdido y me acurruqué de costado. Todo parecía tranquilo ahora, por lo que comencé a dormirme de nuevo con Clive ronroneando alegremente a mi lado. Entonces, el infierno se desató.
—¡Sí! ¡Sí! Oh, Dios… ¡Oh, Dios!
Una pintura que se encontraba apoyada en la repisa sobre mi cama se cayó y me golpeó de lleno en la cabeza. Eso me enseñaría a vivir en Seoul , y a asegurarme de que todo estuviese bien montado.
Hablando de montado…
Frotándome la cabeza y maldiciendo lo suficiente como para hacer que
Clive se sonrojara —si los gatos pudieran sonrojarse— miré de nuevo la pared detrás de mí. Mi cabecera golpeaba literalmente contra ella mientras el escándalo continuaba al lado.
—Mmm… ¡sí, cariño, sí, sí, sí! —gritó  el  escandaloso… y concluyó con un suspiro de satisfacción.

Luego escuché, por el amor a todo lo que es sagrado, nalgadas. No puedes
interpretar mal el sonido de una buena nalgada, y alguien estaba recibiendo una al lado.
—Oh, Dios, kookie. Sí. He sido un chico malo. ¡Sí, sí!
Increíble… Más nalgadas, y luego el sonido inconfundible de una voz
masculina, gimiendo y suspirando.
Me levanté, moví la cama a unos cuantos centímetros de distancia de la pared, y resoplé debajo del edredón, mirando la pared todo el tiempo.
Me dormí después de jurar que devolvería el golpe si escuchaba un pío más. O un gemido. O una nalgada.

Bienvenido al vecindario pequeño jimin.

〰️✳️〰️✳️〰️✳️〰️✳️〰️✳️〰️✳️〰️✳️

Está es una adaptación al libro "El seductor", de la escritora alice clayton.

ஜ۩۞۩Wallbanger~Kookmin ஜ۩۞۩ஜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora