Capítulo 42

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Fue una mañana y una tarde maravillosas, Candy iba muy sonriente en el automóvil sentada a un lado de Neil que conducía por un camino rodeado de árboles.

El viento le revolvía el pelo, el sol de la tarde le calentaba las mejillas, charlaron sobre todo ese tipo de cosas simples y banales de las que hablan los enamorados, se reían y bromeaban. La pecosa no se dio cuenta de inmediato que no iban a su departamento, en cuanto se percató de ello le preguntó al chico.

-Neil, ¿vamos a la mansión Leagan?.- dijo sorprendida.

-¡Ah si!, olvidé decirte...la tia abuela Elroy llegó hoy y dijo que quiere que te mudes a la mansión pues está convencida de que estás lista para vivir con nosotros, ya está fijada la fecha de la boda, es comprensible su decisión...así que ahora puedes vivir tranquilamente junto a mí: ¡por supuesto se respetará la decencia! ¿No es genial?...mi madre vendrá mañana también.- Candy parpadeó varias veces, reflexionando sobre las palabras de Daniel.

Por supuesto, estaba muy contenta de que ella y Neil desde ahora pudieran vivir juntos, aunque claro está, bajo la supervisión de tía Elroy, pero el hecho que su novio no le avisara algo tan importante con anticipación, sino que simplemente se dirigiera a la mansión, de alguna manera fue desagradable.

-Sí, es genial, pero ... –

-¿Cuál es el "pero"?.- preguntó Daniel distraídamente, sin apartar la vista del camino.

-¿Por qué no me consultaste dónde quiero vivir antes de la boda?, no me dijiste nada y si me hubieras avisado ayer, por ejemplo, podría haber sacado con tiempo mis cosas del departamento, ahora todo será muy apresurado... - Candy estaba completamente confundida y contrariada de que Neil y su familia tomaran esa decisión sin tomarla en cuenta.

-Mi amor, ese no es ningún problema, mañana mismo les ordenaré a los criados que vayan con el chofer a recoger tu ropa y todo lo demás.-

-Sí, pero ... ¿por qué no me consultaste?.- de nuevo preguntó Candy.

Neil se giró hacia ella. – Cariño...¿qué hay que consultar?, está claro que te gustaría vivir a mi lado, ¿no?, me has dicho que no te gusta separarte de mí por las noches, a mí tampoco me agrada tener que despedirte a las puertas de tu departamento y vernos hasta el día siguiente.- dijo con una sonrisa.

-Bueno, sí, sí ...tienes razón...-

Daniel se rió. –No tienes nada de qué preocuparte mi cosita bella, mañana en la mañana todas tus pertenencias estarán en nuestra casa.- dijo tomándola cariñosamente de la mano.

-"Mi cosita bella".- ... Candy de repente sintió como si ella realmente fuera una cosa a la que simplemente toman y la colocan en el lugar que deciden los demás. Incluso sin pedir formalmente ningún consentimiento.

Y lo peor es que Neil ni siquiera parecía entender cuál era el problema.

Un percance en el camino ocasionó que el tráfico se hiciera lento y pesado y la pecosa decidió no distraerlo con la conversación. -Hablaré con él cuando lleguemos, estoy segura que Neil lo entenderá todo, aunque claro, él quiere lo mejor para los dos.- pensó Candy.

La mansión Leagan en Chicago apareció ante ella en todo su esplendor, los enormes y numerosos ventanales estaban iluminados, las imponentes puertas estaban abiertas de par en par y los criados la ayudaron a salir del auto. Neil la tomó del brazo y subieron las escaleras.

-No quiero molestarlo con mis reclamos.- pensó la chica. -Realmente está convencido que se ha tomado la mejor decisión, pero...hablaré con él de todos modos, no es correcto que decida por mi.-

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora