14| La espera de un corazón roto

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La casa de los Malfoy se sentía cada vez más vacía y menos hogareña

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La casa de los Malfoy se sentía cada vez más vacía y menos hogareña. El calor que emanaba se había esfumado y fue reemplazado por la pena que los cuerpos y almas de la familia transmitían.

Draco Malfoy se había cerrado a si mismo. No habían pasado más de dos días desde la perdida de Astoria y el patriarca de los Malfoy estaba en la ruina. No comía, no hablaba y no se movía. Parecía un muerto.

Scorpius Malfoy era un caso completamente diferente. Llevaba meses preparándose para la muerte de su madre. Llevaba meses llorando y dejando salir todo su dolor y cuando el verdadero dolor llegó no le quedaban lágrimas por llorar. Sentía tristeza y miedo porque no sabía cómo sobrevivir sin alguien que lo guiara hacia el buen camino.

La mayor de los hermanos Malfoy seguía en estado de shock. No había soltado ninguna lágrima desde que vió a su madre muerta. El recuerdo la invadía cada vez más, pero mantenía la cabeza en alto y se tragaba sus propios sollozos. Alguien tenía que dar la cara por su familia y, lamentablemente, esa era su labor.

Ese veintisiete de diciembre el cielo había despertado oscuro, no había nieve y el ambiente era frío, casi congelado. Era como si el universo llorara la pérdida de Astoria Malfoy.

—¿Lista?—el menor de los rubios le preguntó a su hermana quien estaba sentada en su cama, mirando hacia la nada, con la mente perdida.

Adhara asintió y sin poder mirarlo a la cara aceptó la mano que su hermano le ofrecía—Me haría muy bien tener un hermano mayor el día de hoy, Scorpius.

Su hermano le sonrió y la abrazó por los hombros ocultando en esa sonrisa toda su angustia y pánico. Ahora era el turno de Adhara de luchar contra esa maldición que la familia de su madre le heredaba.

Al funeral de Astoria Malfoy se presentaron muchas familias mágicas, sobretodo poderosas, presentando sus condolencias las cuales los hermanos Malfoy sabían que eran totalmente falsas. No más de la mitad de los presentes conocían bien a Astoria. Lo más impresionante fue la presencia de Hermione Granger—Weasley y sus hijos, Rose y Hugo. A nadie la sorprendía que Ron Weasley no se hubiera presentado, todos sabían que aún no era muy amigo de los Malfoy.

—Buenas tardes señora Weasley—saludó Adhara cordialmente aunque en su interior solo quisiera echarla a patadas.

—Querida, puedes llamarme Hermione. Mis sobrinos hablan tanto de ti que pareciera que te conociera de toda la vida—de reojo, Adhara pudo ver como Rose Weasley rodaba los ojos. Ambas jóvenes nunca se habían llevado bien, incluso cuando Scorpius se los había suplicado, ninguna había aceptado.

—Seguramente ha escuchado muchas cosas malas de mi.

—No me creerías.

La falsedad de la sonrisa de Adhara ya la estaba agotando, ¿por que tenía que sonreír si se sentía destrozada por dentro?

Adhara Malfoy GreengrassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora