Prologo

12 4 0
                                    

La brama ardiente que inundaba mis sensaciones y nublaban mi juicio, también te invadía a tí.
Oh iluso Ícaro que se acercó demasiado al calor de mi piel, estás en vuelto en las llamas de mi infierno y perdido en la profundidad de mi mirada castaña.
Te envolví con profesionalismo haciéndote caer ante mis adictivos encantos, y es que; ¿Cómo te resistirias a entrar en la divertida aventura que significaba estar entre mis piernas y tocando el paraiso con las llemas de tus dedos en mi nivea piel?
Te encantaba, eras un egocéntrico después de satisfacer tus deseos, y alardeabas de como la sensación que recorría tus dedos se sentía como magia.
Bueno, tal vez lo era, tal vez esa magia era demasiado poder y terminaste embriagandote con ella, deseando cada vez más y más de mí.
Eso te hizó comentar la primera locura, te cegó tu ambición y pusiste a tu enemigo justo a tu lado, y mientras más creías alimentarte de mi espíritu en realidad era yo quien tenía el control de ti.
Sorpresa, metiste a tu vida a tu verdugo, lo vestiste y también arrancaste sus prendas según tus anhelos, ocultos tras el traje a medida que solías usar frente a la gente que llamabas "familia".
Te descuidaste embelesado por suavidad de mi aterciopelada voz, y la falsa inocencia reflejada en mi sonrisa, me adueñe de tí.
Y cuando menos lo esperaste, ataqué, te hice pagar por el tiempo en el que la libertad era un lujo lejos de mi alcance, te arrastré a las puertas de tu perdición eterna.
¿Por qué estás tan impresionado? No dudaste ni un segundo en utilizar mi ser a tu antojo, y ahora esperas que sea misericordioso.
¿O acaso es que hubo más que pasión desbordante en aquellas sábanas en las que me confinaste todo este tiempo? ¿Ahora me dirás qué en realidad estabas confundido, que todo fue una ilusión? No, esto no fue amor.
Nunca lo fue, porqué somos demonios que escaparon de su verdadero hogar, haciéndonos pasar por ángeles, esto no era amor.
Pero ya no sirve de nada discutir, observo como el auto, antes en llamas, colapsa y se hunde con nosotros dentro, y si llegáramos a obtener algún tipo de piedad en otra vida, pido que al menos podamos observar el manto estrellado un poco más claro, solo lo suficiente para ver la osa mayor.
Duerme tranquilo, esta noche no intentaré ahogarte con la almohada y tú ya no podrás lastimarme en medio de la obscuridad, descansa mi pequeño mounstro bajo mi cama.

Epifanía~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora