Capitulo 1. El comienzo

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Capitulo 1.  Comienzo

Andaba caminando por Ciudad del Paso, con las maletas en las manos y el corazón latiendo a mil por hora. Era nuevo en aquel mundo, ya que el mío propio había sido engullido por los sincorazón no tenía a otro lugar donde ir. No tenía hogar, ni recursos con los que poder pagarme una buena posada donde pasar la noche. No podía encontrar a mis padres quienes también habían tenido que parar en este mundo, o eso esperaba, ya que tras la destrucción de mi hogar, los tres nos habíamos separamos.

 

Aun caminando, me tropecé con una acogedora tienda polvorienta, parecía estar abandonada. Las tejas estaban mohosas y faltaban gran partes de ellas, las paredes estaban llenas de musgos y la pintura parecía estarse cayendo, el suelo de madera chirriaba con cada paso que dieses, y en vez de una puerta, tenía ni más ni menos que una simple cortina de ducha.

Puede que no fuese una gran mansión con piscina y llena de lujos, pero yo, Harold, no tenía otro lugar donde pasar la noche, así que decidí adentrarme en la tienducha.

Mientras seguía adentrándome podía divisar un montón de muebles de madera llenos de polvo, pasé la mano por la mesa para limpiarla un poco, y solté ahí mismo mis dos maletas.

Miré por las dos habitaciones de la tienda por si algún otro indigente estuviese viviendo ahí, pero el único indigente que estaba ahí, era un servidor.

 

La tiendita tenía dos habitaciones, un baño y una despensa donde había material de construcción, de viaje y algunas latas oxidadas de comida enlatada. Ni siquiera me plantee en seguir buscando, ya que parecía que esa casa no había sido habitada en bastante tiempo.

 

Como un rey, me acosté en la cama, y me dispuse en limpiar un poco el cuarto donde había decidido quedarme. Mientras yacía tumbado, pensaba mientras me quedaba dormido que quizás esta tienda no tendría dueño alguno, y podría preguntar su precio y buscar trabajo para poder quedarmela, era una idea bastante bonita y tentadora. Pero ya había tiempo de llevarla a practicar el siguiente día, así que cerré los ojos del todo, y me dispuse a dormir.

 

A la mañana siguiente…

 

Ya era de día, y no lo supe por el reloj de mi muñeca, sino por los rayos de luz que entraba en los huecos del techo donde faltaban algunas tejas.

Me puse los zapatos, y decidí ponerme en marcha con aquella idea que no dejó de rondarme ni en sueños, era la hora, como decía mi viejo padre: ‘’Quien quiere celeste, que le cueste’’ .

Así que me arreglé un poco el pelo, me lavé por completo la cara, y cerré la cortina de la que pronto sería mi tienda. Llevé conmigo mis maletas, ya que no quería tentar mi suerte, y quedarme con menos de lo que ya poco tenía.

 

Me acerqué a un bar, me senté en una butaca frente a la barra, y con una gran sonrisa me dispuse a empezar una conversación con un señor que estaba limpiando con un pañuelo unos vasos de cristal de color azul:

 

-Oiga buen hombre, ¿conoce aquella tienda que esta cerca de aquí? Esa que esta abandonada, y parece un poco siniestra -.esperé con poca paciencia y un poco nervioso, mientras no dejaba de observar con atención los movimientos del caballero.

 

Ese señor merecía ser descrito mentalmente, llevaba una boina negra, que le quedaba a juego con su larga barba gris, con unos grandes ojos de color plata. Vestido como un camarero corriente.

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2014 ⏰

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