☾3: La sonrisa del lobo

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Me sentía hipnotizado por su mirada, perdiéndome en el color de sus ojos y en la profundidad de sus pupilas

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Me sentía hipnotizado por su mirada, perdiéndome en el color de sus ojos y en la profundidad de sus pupilas. Pensaba que me atacaría de pronto y luego de deshacerse de mí solo dejaría una pila de huesos.

Él se recostó a mi lado, sin dejar de mirarme. Llevó uno de sus largos dedos hacia mi mejilla, picándola con suavidad y sonriendo divertido.

Me recordaba a un niño pequeño y me costaba creer que el pudiese ser un carnívoro. La imagen de ellos en mi mente era algo más caótica que eso. Una vez cansado de su juego, me giró hasta tenerme boca abajo en el suelo.

Cerré los ojos esperando el filo de sus dientes contra mi piel y cuando sentí su respirar contra mi cuello, estremeciéndome y llenándome de miedo, llegué a creer que no tardaría en empezar con su cena.

—No hagas ruido, no intentes escapar— indico de forma clara al momento en el que mis muñecas eran liberadas de la soga que me sujetaban, luego susurró—; y no tengas miedo.

Abrí los ojos, impresionado. ¿Estaba hablando enserio? Cuando tuve mis muñecas liberadas sentí algo tibio envolverme. Era su abrigo y él, el monstro carnívoro, estaba ayudándome a acomodarlo.

Algo no era normal en él. ¿A caso ellos conocían aunque fuese un vestigio de bondad?

—Ustedes los herbívoros son tan débiles al menos los omegas. Débiles en resistencia física y emocional—aspiró suavemente sobre mi cuello lo que provocó que temblara un poco y el sonriera nuevamente—. Adoro tu olor. Es perfecto. Atrevido como para atraer a un alfa, pero muy dulce como para pensar en algo demasiado obsceno contigo. ¿Estas cerca del celo?

— ¿Qué?

—Tu olor es bastante peculiar. Casi como el de un omega vir...—desvié la mirada delatando mi estado— ¡No lo creo!

Sus manos apartaron el cuello del abrigo con el que me cubría y reviso mis hombros. Luego de sonreír, fue como si cayera en cuenta de algo, como si algo explotara en su cabeza y le hiciese recordar donde nos hallábamos y en qué situación.

— ¿Sabes lo peligroso que es eso?—preguntó completamente serio— ¿Lo peligroso que eres para alguien de mi especie?

—Tengo una idea de lo que es.

—Bien. Supondré que alguien te puso aquí para atraerme. Si ese es el caso, fue cruel... y estúpido.

De repente, las luces se encendieron revelando que en realidad me hallaba en una especie de antiguo laboratorio, al centro de una celda circular y alrededor de esta disponían los barrotes propios de las puertas que resguardaban a los carnívoros. Escuché claramente el gruñido desesperado de uno de ellos y este parecía acercarse.

—Vaya, te resguardaron con otros cazadores. Que interesante. De cualquier modo, no permitiré que ninguno de ellos te haga daño.

— ¿Eh? —sin dar mayores explicaciones, se alzó y sujetando mis manos me ayudó a levantarme junto a él. Una vez de pie, dejo mis manos sobre sus hombros y tomándome por la cintura me atrajo contra su cuerpo.

Extrañamente, me sentí seguro a su lado, más de lo que me había sentido alguna vez en mi vida. Sin embargo, no estaba acostumbrado al contacto con otros, sin mencionar un alfa y mucho menos un carnívoro.

—En verdad tu olor es muy dulce, Yuri. ¿Tanto esperaste por mí?

— ¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté.

No contesto. Al momento tenía a las personas que me habían traído frente a nosotros quienes se veían aterrados.

— ¡No se acerquen a él! —indicó uno de ellos sujetando algo entre las manos. Era una vara eléctrica —. Manténgase en un radio de cinco metros.

— ¿Cinco metros? ¡Wow! ¡Eso sí que es seguridad! —contesto Viktor riéndose.

Su riza sonaba como una campanilla, y sin embargo lograba ser algo aterrador.

—Voy a darles tres segundos para moverse. Verán, me atrajo un delicioso aroma y ahora me doy cuenta de que casualmente es la persona que esperaba.

— ¿Me estabas esperando? —pregunté.

Contestó estrechándome con mayor fuerza. Sus labios rozaron mi frente depositando un pequeño beso. Los carnívoros eran mucho más atrevidos que los herbívoros en el cortejo. Y eso era extraño, que un carnívoro estuviese acortejándome.

—Viktor Nikiforov la central exige tu retorno a la zona roja, fuiste oficialmente catalogado como un cazador de clase D, la más peligrosa. Serás llevado a juicio por tus crímenes.

— ¿Crímenes? —Llevó un dedo contra sus labios mientras miraba hacia el techo —. No recuerdo haber hecho nada malo.

— ¡Déjate de juegos! ¡Se te atribuye la muerte de al menos cuarenta personas en tu escape!

— No lo recuerdo.

— ¡Suficiente! —el hombre y sus acompañantes regresaron por la puerta principal cerrándola y abriendo otras. Los pasos y rugidos de los cazadores se escuchaban cada vez más y más cercanos—. ¡Cazadores! ¡Es hora de su cena!

Me sentía confundido. Si ya de por sí los carnívoros eran agresivos y salvajes, los cazadores eran peligrosos incluso entre ellos. Para ponerlo así: un cazador era un carnívoro que había perdido todo sentido de humanidad y vestigio de cordura. Eran animales que solamente servían para cazar, sin impórtales nada más. Eran de tipo A cuando empezaban a sumirse en el delirio de sus deseos y del tipo D apenas se habían reportado tres casos conocidos en el mundo cuyo final fue ser ejecutados por el alto riesgo que representaban incluso entre ellos mismos.

Y llegaban a este punto luego de alimentarse de un alto número de personas.

—No tengas miedo—murmuró sin soltarme—. Soy mucho más peligroso que ellos.

Algo recorrió mi memoria, algo muy lejano y casi como si fuese un sueño. Era un escenario surrealista, lleno de restos de personas y la devastadora sensación de que algo muy, muy, muy terrible había sucedido.

— ¡Viktor! — llamé al mismo tiempo que los cinco cazadores aparecían por las puertas y circulaban alrededor nuestro, cerrándose poco a poco y asumiendo posición de ataque—No quiero que lastimes a nadie.

— Oh, ¿Y cuál sería mi premio, adorable conejo come zanahorias?

Uno de los cazadores se abalanzó sobre nosotros y al segundo me vi en os brazos de Viktor quien luego de alzarme esquivó el ataque en un salto preciso.

— ¿Qué tal darme hijos? —dijo dejándome en el suelo y guiñándome un ojo.

— ¡¿Qué?!

—Es lo menos que puedes hacer considerando mi escape de la zona roja y deseos por verte. —Nuevamente, los cazadores asumieron una formación de media luna acercándose. Él los frenó, inclinándose como si los invitase a bailar—. No escucho un "No" por respuesta.

Antes de pudiese emitir algún sonido, lo veía danzar entre los cazadores, esquivándolos sin problema con la gracia de un felino, la astucia de un zorro y el ímpetu de un lobo.

Luego de cansarlos, regreso por mí, levantándome nuevamente y aspirando el ambiente.

— Hay un sistema de ventilación cercano— dijo corriendo hacia una de las celdas abiertas. Me sorprendía que pudiese olfatear algo más que la humedad y herrumbre en ese ambiente cerrado.

El sonido de una antigua y oxidada sirena invadió el lugar anuncia el escape de Viktor conmigo en brazos. Sentí que había pasado de un peligro grave a uno mayor, pero diferente.

Algo en los ojos de ese chico se me hacía nostálgico y familiar.

Hunter [Omegaverse/YOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora