Acabaré con su vida.

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#Marcos

- ¿Quieres acelerar Ryan? Me estás poniendo enfermo- le digo mientras enciendo un cigarro intentando tranquilizarme. ¿Dónde cojones estás Mía?

- Marcos hermano, llevábamos cinco horas recorriendo la ciudad por partes separadas. Quizás es el momento de ir a la policía, ellos podrán hacer más que nosotros. - Yo niego con la cabeza. Ryan está perdiendo la cabeza, si llamamos a la policía pondríamos en peligro a muchísimas personas, y probablemente nos meteríamos en un problema del que no podríamos salir tan fácilmente sin tener juicios o incluso alguna condena de cárcel. Había demasiada gente peligrosa involucrada en toda esta mierda. Y lo más importante, no iba a dejar que Mía pisara una comisaría por mi culpa ni mucho menos. Desde luego que no.

- Sabes que esa no es una opción, Ryan -él asiente sabiendo que llevo razón. ¿Cómo mierda hemos llegado a esto? ¿Qué es lo que ha fallado por el camino? Estábamos tan cerca de conseguir que todo esto acabase.

-Marcos, Marcos tío, mira eso - la cara de Ryan pierde todo su color de un momento a otro, así que dirijo rápidamente la mirada hacia dónde él la tiene puesta. ¡No! ¡No! ¡No! Dios mío no puede ser. Qué alguien me diga ahora mismo que esto es broma, que no está pasando de verdad. Si me hubieran atravesado el pecho con una bala, me habría dolido mucho menos que esto.

- ¡Mía! ¡Mía! - grito a todo pulmón saliendo del coche sin importarme nada más, sin importarme la oscuridad de la carretera ni el resto de coches que pasan como locos. Solo pienso en llegar hasta el cuerpo que hay tirado al otro lado del arcén mientras repito en mi cabeza una y otra vez que no es ella, que no puede ser... pero para mí desgracia, puedo reconocer su pelo incluso siete metros antes de llegar a dónde está ella. Es ella.

- ¡Marcos! -Ryan grita viéndome esquivar un coche, pero no le hago caso.

No me lo pienso dos veces cuando llego hasta ella para coger su cuerpo entre mis brazos. Intento gritar, pedir ayuda, hacer que despierte, pero mi voz ha abandonado por completo mi cuerpo, la garganta me duele y los ojos me arden mientras veo el cuerpo de mi novia sobre mis brazos. Está inconsciente, fría, pálida, tiene moretones y marcas de otras manos sobre su piel. No puedo dejar de mirarla deseando ser yo en vez de ella quien tuviese que pasar por todo eso.

- ¿Qué te han hecho mi amor? ¿Qué te han hecho? - susurro sabiendo que nadie me va a contestar mientras siento lágrimas caer sobre su cuello. Son mías, pero apenas las estaba sintiendo, solo podía sentir dolor. ¿Porqué? ¿Por qué a ella?

-Marcos, hermano. Deja que los médicos hagan su trabajo, Marcos suéltale. ¡Suéltale Marcos!

-Señor, necesitamos que se separe de ella para poder llevarla al hospital.

No sé cuánto tiempo llevo abrazado a ella, ni cuanto he llorado. No sé en qué momento Ryan a llamado a la ambulancia ni tampoco he sido consciente de cuándo han llegado. Lo único que sé es que Ryan me separó de ella de un momento a otro y vi como dos enfermeros la subían a una camilla mientras que otra chica le ponía una máscara de oxígeno en la boca.

-Tranquilo hermano, iremos detrás de ellos- Ryan me habla mientras me sujeta desde atrás, yo intento responderle, pero algo capta mi atención por completo haciendo que me duela el pecho como si alguien lo hubiese partido literalmente en dos. La chica que le ha puesto el oxígeno a Mía está mirando fijamente a uno de sus compañeros mientras niega lentamente con la cabeza.

-Esto no es bueno- dice ella. Entonces dirijo mi mirada hacia el mismo lugar donde la tienen puesta ellos y mi cuerpo se queda estático, me quiero morir en este momento. La sangre seca corre por las piernas de mi novia. Dios mío. No, esto sí que no. Esto sí que no. ¿Es qué alguien la había tocado?... ¿La habían...? ¿La habían violado?

- ¡¿Qué te han hecho Mía?! ¡¿Que te han hecho?!- Ryan vuelve a tirar de mí hacia atrás en cuento me ve, solo quiero abrazarla. Qué despierte y todo vuelva a ser como antes. Que todo esto se quede en una pesadilla.

-Señor, su amigo no está en condiciones de acompañarnos. La paciente necesita ser atendida con urgencia, si quieren saber más de su estado deberán verla cuando el doctor lo permita en el hospital.

-Por supuesto, perdone la molestia.

En cuanto Ryan se disculpa por mi comportamiento, la chica cierra la puerta de la ambulancia y se marchan en dirección al hospital, llevándose con ellos a Mía. Sola, sin nadie a su lado de nuevo. Ryan me hace subir al coche sin decir ni una palabra. Él no se atreve a decir nada, y yo soy incapaz de soltar algo por mi boca que no sea un grito desgarrador, tengo un nudo tan grande, que por primera vez en mi vida rompo a llorar como si de un niño pequeño se tratase. Ryan no ha dicho absolutamente nada cuando he quitado la radio, a pesar de que lo único que se escucha en el ambiente además de mí llanto, es la sirena de la ambulancia, un sonido que recordaría hasta el resto de mis días.

- ¡Joder! - grito pegándole puñetazos a la guantera del coche.

- Tranquilo hermano, te juro que se va a poner bien. Se va a poner bien.

¿Y qué iba a hacer ahora? ¿Y si no se ponía bien? ¿Y si las cosas iban a peor? ¿Y si no se acuerda de nada? ¿Cómo iba a explicarle esto a sus padres? ¿Qué iba a pasar cuando se diesen cuenta de que su hija no iba a volver a casa cómo estaba previsto? ¿Qué iba a pensar Mía cuando despertase? ¿Querría verme? ¿Y si ya no quiere estar conmigo más?

-Te juro Ryan, por mi vida, que estaré a su lado hasta que salga de esta. Haré todo lo posible para que no se aleje de mí, dejaré de lado todo el tema de las carreras. Y cuando eso pase, cuando hayamos vuelto a ser los que éramos, me casaré con ella como le prometí hace mucho tiempo, encontraré a quien sea que haya hecho todo esto y acabaré con su vida.

-Marcos...

-No, Ryan. Acaban de hacerle daño a la única persona por la que daría la vida. Quién sea que haya sido, no sabía con quien se estaba metiendo.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora