4. Sullivan

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Tres años habían pasado desde que Liam había encontrado a Lenna, tres años en los que había estado viviendo como su hija y cada uno de los Sullivan se desvivían por la pequeña, era tan natural la relación entre los cuatro, que era como si Lenna hubiera nacido en esa familia y que nadie se atreviera a decir lo contrario delante de ellos.

El pasado de la ahora, no tan pequeña Lenna quedó en un misterio absoluto sin resolver, la policía había abandonado el caso tiempo atrás y aunque Liam no se daba por vencido, seguía sin encontrar absolutamente nada. Para Lenna eso no era ningún problema, para ella también era como si esa siempre hubiera sido su familia, seguía sin recordar nada de su pasado, solo pequeñas imágenes de alguna actividad que había realizado anteriormente, pero nada más y ahora que era más adulta y comprendía un poco mejor las cosas, no quería recordar. Amaba su vida, no reconocería otro padre que no fuera Liam ni otra madre que no fuera Barbara ni otro hermano que no fuera Noah. No reconocería ningún otro apellido que no fuera Sullivan y es que año y medio atrás fue oficial la adopción de Lenna y ciertamente estaba catalogado como uno de sus días más felices.

Lenna se acopló bastante bien a la vida de los Hell's Ride MC, no había hombre en el club que no cayera rendido a sus pies, no solo por su belleza y carisma, si no por sus deseos de proteger a la pequeña, para todos era la hermana menor que debían cuidar, pobre del tipo que se enamora de ella, tendría a todo un club al que enfrentarse primero. El cumpleaños de Lenna fue bautizado el 18 de julio, día que Liam la había encontrado y salvado y mañana seria ese día en que cumplía 15 años y deseaba con todas sus fuerzas como regalo el poder realizarse un tatuaje, aunque sabía que la respuesta sería negativa por parte de sus padres, pensó en contarle la idea primero a Noah ya que se imaginó que la apoyaría. Noah era el títere de Lenna, él lo sabía, todos lo sabían, pero al primogénito del líder de los Hell's Ride no podía importarle menos, se desvivía por su hermana y nuca podía darle un no por respuesta. O eso penaba Lenna.

-Absolutamente NO - Lenna boqueó como un pez, la respuesta de su hermano la había cogido desprevenida, el jamás, jamás le había dicho que no a nada. Todo aquello que Lenna quisiera Noah se lo conseguía sin importar que, así que estaba bastante sorprendida.

- ¿No? - Seguía sin poder creer que su hermano dijera no.

-Escuchaste bien nana - Ése era el apodo que su hermano le había dado de cariño años atrás y él lo seguirá utilizando ya que ante sus ojos seguía teniendo 12 años - No voy a permitir que te hagas un tatuaje. No va a pasar - Lenna no sabía cómo reaccionar, pero la rabia empezó a colarse en su sistema.

- ¿Se puede saber porque no? - Pregunto indignada. Noah estaba tranquilo, si bien en sus planes no estaba negarle nada, no se sentía culpable por esta negación, simplemente no iba a permitirlo.

-Estás muy joven para realizarte un tatuaje - Lenna bufo y volteó los ojos.

-Serás hipócrita- Ella jamás había discutido con su hermano, pero no por ser la primera vez se iba a retractar - Pero si desde que te conozco tienes tatuajes, a ver ¿A qué edad te hiciste el primero? - Se cruzó de brazos y alzó la ceja retándolo.

-Es diferente nana - Trató de defenderse Noah, empezándose a desesperar por aquella pelea.

- ¿Diferente? ¿Qué tiene de diferente? ¿Es porque soy mujer? - Estaba indignada, su hermano no era de esos hombres machistas que pensaban que las mujeres no podían hacer ciertas cosas por ser mujer, pero fue el único factor que se le vino a la mente cuando su hermano dijo que era diferente.

-Nana, eso no es lo que quiero decir en absoluto - Noah tocó su frente, no tenía dolor de cabeza ni nada, simplemente supo que aquello no iba a terminar bien.

The Roads of LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora