El duelo

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Justo cuando creías que todo iba bien y pensabas que ya habías respondido todas las preguntas, un problema te golpea en la cara.

Y de repente en un solo día se acabaron años de duro es fuerzo de ser feliz, fiestas de borrachera y esperanzas de una vida viajando por el mundo.

Desde el accidente ya nada volvió hacer igual y me aterraba la idea de no volver a ser quien era yo.

Mi vida siempre se basó en lo que yo quería ser, y estoy muy orgulloso con todas las cosas que hice y no me arrepiento de nada; traté de disfrutar mi vida al máximo, hice millones de cosas; viví lo que me gustaba vivir; no me prive de nada, no me puse límites y a pesar de los golpes que la vida me ha dado estoy muy agradecido con ella por permitirme el placer de caminar por un tiempo.

Pero al paso de los días uno como persona, como ser humano con sentimientos se va sumergiendo en la tristeza, en la melancolía, en la depresión por qué llegan pensamientos a nuestra mente y nos hace recordar lo que una vez fuimos y no volverá hacer jamas; Y es ahí cuando entramos en una etapa donde es muy difícil salír, donde e incluso unos pierden la vida en ese sentimiento.

Esa imposibilidad que sientes en el alma, eso que sientes que te falta y no te deja vivir se llama Duelo...

Cuando entras en este nuevo mundo de vivir en una silla de ruedas te sientes como si tu vida se hubiera acabado; y ya no hay nada que hacer más que mirar al techo, reflexionar, pensar en todo lo que te gustaría que pasase, después de un rato darse cuenta de que sigues en el mundo real sentado en una silla de ruedas.

Si tuviese la oportunidad de volver en el tiempo me buscaría en cada lugar de la tierra para  encontrarme y advertirme de lo que va a suceder, lo haría, sin dudarlo, aún sabiendo lo que va a pasar, consciente de lo que voy a sentir, de lo mucho que me puede romper, y decirme que todo va a estar bien, que no me preocupe.

Una de las peores sensaciones de vivir en una silla de ruedas es cuando alguien deja de ser parte de tu vida. ya no te habla, ya no le cuentas tus cosas, ya no te ríes con esa persona, ya nada. y es peor cuando te pasa algo súper bueno y quieres correr a contarle pero ya no está y no volverá a ser igual.

Y nos sentimos tan invisibles, tan... Inexistentes...

Hay muchas cosas que nos duelen, pero nunca decimos nada.

Somos como un bebé que necesita mucha atención y amor.

Y siempre hay una parte de nosotros que nos tira para abajo, Y en cualquier momento necesitamos de alguien y aveces nos encontramos solos.

Podemos desaparecer en menos de un minuto, y nadie se daría cuenta.

Y todos los que vivimos esta situación quisiéramos regresar al pasado y arreglar algo para cambiar nuestra triste vida.

Olvidamos nuestro nombre, olvidamos todo lo que éramos ; ya no somos los mismos, somos otras personas. Ya no queda nada para nosotros, mientras rodamos de manera tímida, sin ser nada. La gente nos mira confundida susurrando unos con otros, mientras nosotros no podemos oírlos, quedando podridos por la inseguridad de seguir viviendo, sin ser las personas que solíamos ser.

Esos miedos que solíamos tener; ya no están. Al volver a casa solo pensamos en escribir nuestros sentimientos en una carta y pegarnos un tiro que atraviese nuestra cabeza, callando nuestros temores. Y terminar  con lo que pudo haber sido una vida cruel pero grata, prefiriendo rechazar el regalo de la vida que no todos somos capaces de llevar, prefiriendo la cobardía antes que la verdadera valentía; prefiriendo matar nuestros hermosos pensamientos, sólo porque el estereotipo de vivir una vida con discapacidad no esta en nuestros estándares, nos dejamos llevar por la tristeza que invade nuestro corazón, la tristeza de que no nos amen. Pensamos que la bala lograra callar nuestros sentimientos que nuestros corazones guardan, eligiendo demostrar que no somos indestructibles, si no humanos. Por miedo a la sociedad.

Pero una parte de nosotros nos detiene y nos recuerda el gran tesoro que tenemos en la vida; nuestra familia. Hay días en los que los amamos y otros en los que no, pero al final, son las personas con las que siempre regresamos a casa. A veces es la familia en la que naces y algunas otras es la que haces para ti mismo.

Hay días que pasamos horas en el celular buscando calmar nuestra ansiedad, hay días que no tenemos ganas, solo regresar a la cama y dormir.

Salir de aquí depende de nosotros mismos, nadie va a venir a rescatarte, nadie tiene las respuestas, y nadie más es responsable de salvarte más que tú mismo.

Al final, la única persona que te va a motivar eres tú mismo.

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⏰ Última actualización: Jun 16, 2020 ⏰

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