|Capitulo 23|

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Capítulo 23

Suspiré y les eché más kétchup a las papas que tenía junto al otro montón de comida. Tenía esa cara penosa que ponías cuando ya no soportabas que tu novio no cumpliese tus caprichos.

Soltaba hondas respiraciones y, gemía mentalmente porque no dejaba de escuchar a Rice parlotear sobre algo que le parecía importante con su novia. Adela lo escuchaba atentamente, y sonreía de vez en cuando. Giré la cabeza hasta Rice, que no sabía en qué momento había pasado a sentarse con nosotras y me le quedé viendo.

Lastimosamente el día de ayer, tan fugaz que me molestó, había tenido un video, por así decirlo, de mí y de ese idiota besándonos en la feria. Ni siquiera podía creerlo, ¿cómo me había terminado enrollando con él?

Por supuesto que fue todo ese alcohol adulterado. No era nada más, y si hubiese sido otra persona me hubiese preocupado, y miles de preguntas se hubiesen formulado en mi mente, pero era Rice, y que fuese él me dejaba más tranquila, porque sabía, que sí, que ese beso había sido producto del alcohol adulterado. De nada más.

—No dejan de hablar de ti, —siguió diciendo Rice, mientras jugaba con una de las pulseras de mi mejor amiga. Rodé los ojos y él añadió, —me están obligando a que te lleve a casa uno de estos días.

— ¿En serio? —Adela pareció en realidad sorprendida, —te juro que pensé que no les iba a agradar.

De nuevo, y con más fastidio que antes, deje salir una honda respiración por mi nariz y miré hacia el frente. Miré ese lugar de la cafetería que había estado evitando, pero que, de una forma u otra siempre terminaba dentro de mi campo de visión. Tenía un imán para ojos. Que molesto, Dios mío.

Y ni siquiera tuve que girar mucho la cabeza para verlo ahí.

Jason seguía con los ojos cerrados y con la cabeza sobre la mesa. Me le quedé viendo, y suspiré. Se veía tan lindo ahí. Como siempre.

Miré a mí alrededor y todo seguía su curso normal. Pero mi curso normal había sido alterado hacía dos días. Mi mundo completo había dado un giro, y me estaba volviendo loca. Hacía dos días había tenido sexo con Jason. Así, sin más, simplemente me había dejado llevar por la calentura, me había enrollado con él, sobre su camioneta.

Y no hubo nada después de eso. Jason me llevó hasta mi casa, se despidió y luego desapareció. No hubo un mensaje ese día, ni el siguiente, ni el que le siguió al siguiente. Todo parecía haber vuelto a la normalidad, y quizá, si él estaba actuando así, yo también debería, pero simplemente no podía olvidar lo que había sucedido.

Seguía repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, y cada vez que eso pasaba una sonrisa idiota se formaba en mis labios. Por unos segundos me sentía en una nube, y solo me reía sola. En otros segundos me caía de golpe y recordaba que quizá para él no fue importante, porque ni siquiera se había girado a verme.

Era la primera vez que lo veía después de ese día. Juro que en más de una ocasión quise ser yo quien le enviará un mensaje, pero no sabía porque me había detenido. Es decir, yo también podía escribirle luego de eso, pero en el fondo sentía que no debía. Que solo tenía que dejarlo estar.

Como siempre dormía sobre una de las mesas de la cafetería. Ajeno a todo lo demás. En la cafetería se escuchaban los murmullos de todos sobre la cena, de los reporteros, la gran cantidad de dinero que se donó. Los vestidos, y toda esa mierda que a mi sinceramente no me importaba.

Trague grueso.

— ¿Alice?

La voz de Adela me hizo girar la cabeza y mirarla. Su cabello estaba suelto, sus rizos por toda su cara, sus labios pintados de un color rosa suave. No sabía a donde se había ido Rice porque ya no lo veía. Solo veía la revista que mi mejor amiga tenía entre las manos. Le eché un rápido vistazo y miré el título: «Cena de recaudación es todo un éxito»

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