Parte 10

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Gokudera lo primero que hizo fue dejar de ver el humo rosa, limpiándose los ojos. Nunca sería capaz de acostumbrarse a eso. Al salir del humo, notó que estaba en una enorme casa, probablemente la base de los Vongola. Debía estar en su propia habitación, contenía algunas cosas que le gustaban, incluso las paredes tenían un toque gótico, sin poderlo evitar, una sonrisa se formó en su rostro.

Siguió paseándose por la habitación, esperando ver alguna señal, por mínima que fuera, que la compartía con Hibari Kyoya.

Pero lo que encontró fue algo totalmente distinto.

— ¡Ahhh... es el pequeño Gokudera! —la voz de Dino salió del baño, directo a él, con las manos extendidas para atraparlo entre sus brazos.

— ¿Potro... salvaje? —murmuró Gokudera, sorprendido de verlo ahí. Luego su fobia a los adultos, apareció. — ¡Suéltame idiota! ¿Quién te crees para abrazarme de esa forma? —Gokudera pataleó, pero el abrazo de Dino era fuerte.

—Ah... —hubo una pausa, aflojando ligeramente el agarre, cosa que Gokudera no desaprovechó para escapar de él. —Sí... supongo que todavía no ha pasado.

— ¿Ahh?

—Fue después de terminar la preparatoria. —Dino asintió con la cabeza, como si estuviera recordando un maravilloso recuerdo.

— ¿De qué mierda hablas? —Gokudera estaba agitado, pero pronto recordó que no tenía tiempo para estarlo perdiendo con él. Ya habrían pasado unos dos minutos. —Ah, tú debes de saberlo, ¿no? Donde está Hibari.

— ¿Kyoya? —Dino pareció confundido. — ¿Necesitas algo con él?

Gokudera asintió con la cabeza. Dino miró su reloj, como si estuviera recordando la hora en que Hibari llegaba.

—Debe estar en su casa.

— ¿Está aquí cerca? —preguntó, emocionado. Podría verlo, verlo de nuevo. Su corazón estaba latiendo como un loco.

—Bueno, sí y no. —Dino frunció la boca. Estaría exponiendo su propio futuro si continuaba hablando. —Está en la base principal de los Vongola, en Roma. Nosotros estamos en Venecia.

Se quedó en un silencio desconcertante, sin entender realmente el propósito de que estuviera ahí. Luego su mente le proceso algo rápido, debía estarle llevando información importante al potro salvaje por parte del Décimo Vongola. Aunque eso no explicaba porque la habitación tenía tanto de sus gustos personales, ni porque Dino estaba saliendo del baño como si se tratara de su propia habitación.

—No pienses en cosas complicadas. —pidió Dino, poniéndole una mano en la cabeza. —Resulta que a mí también me han gustado algunas de estas cosas.

—Dino...

— ¿Sí? —y le dio una suave sonrisa a Gokudera, llena de ternura.

—Perdón.

Desapareció de nuevo, apareciendo delante del Décimo que estaba sirviendo una nueva taza de té para su invitado espontaneo. Al ver aparecer a Gokudera de nuevo, la sonrisa que tenía en su rostro, se borró, parecía que acababa de ver un fantasma. O peor aún, ¿y si el futuro estaba siendo amenazado de nuevo?

— ¿Gokudera-kun... todo está bien por allá?

Gokudera por primera vez no escuchó a su Décimo, notó la nota debajo del planto de galletas y como si supiera que había sido para él, la tomó con cuidado. Al desdoblarla, Tsuna se asomó ligeramente, ni siquiera se percató en que momento el Gokudera del futuro la dejó ahí. Era una pequeña carta, parecía que la había escrito incluso antes de que viajaran por el tiempo.

— ¿Qué es?

La nota era corta, pero tenía las palabras que Gokudera necesitaba saber.

Eso que dedujiste, es completamente correcto. Utilizaste a Dino, para vengarte de él.

— ¿De qué habla, Gokudera-kun? —Tsuna pareció consternado, sin comprender.

Ríndete de una buena vez.

— ¿Gokudera...kun?

Él nunca va a amarte.

Era todo lo que venía en la nota. Tsuna tocó el hombro de su amigo, siendo que este ya tenía las manos sobre su rostro, queriendo desistir de esos pensamientos tan negativos que comenzaban a apoderarse de él. Uno tras otro.

¿Qué debía hacer?

Hibari del futuro le había pedido que no se rindiera con él, pero su futuro yo le estaba exigiendo que no se relacionara con él. Incluso había involucrado a Dino en un afán de venganza. Se sentía la peor persona del mundo. O al menos, hasta que sintió la mano de Tsuna encima de su cabeza, dándole un suave abrazo de conforte.

— ¿D-Décimo? —llamó, sorprendido y algo ruborizado por su acción.

—No sé muy bien que ocurre, pero fue lo único que se me ocurrió para atraer tu atención. —dijo Tsuna, separándose de él. —Gokudera-kun, ¿qué pasa? ¿Por qué el Gokudera-san del futuro te ha dejado esa nota?

—Décimo...

Si se lo contaba, ¿qué pensaría de él? ¿Lo odiaría?

— ¿Tiene que ver con lo que sientes por Hibari-san? —preguntó Tsuna, preocupado. Gokudera lo miró con sorpresa, aunque sus hombros se relajaron al instante. Era inútil ocultarle algo a su querido Décimo.

Así que ante sus palabras, Tsuna tomó asiento a su lado, escuchando toda la conversación de Gokudera, relatándole lo que aconteció en el futuro, en el pasado y lo que acababa de acontecer hace unos momentos. Tsuna lo escuchó sin interrumpir, asintiendo con la cabeza un par de veces para darle a entender que comprendía o que continuara. Al finalizar, Gokudera sintió que un gran peso de sus hombros se le iba de encima; es decir, confiaba mucho en Yamamoto también, sin embargo, Tsuna era a quién más admiraba y poder contarle como se sentía, sin ser juzgado, era un alivio.

— ¿Y qué es lo que tu quieres, Gokudera-kun? —preguntó Tsuna, luego de unos segundos callado. —Hibari-san y Gokudera-san del futuro ya han expresado sus opiniones. Pero... ¿qué quieres hacer tú?

—No quiero enamorar a una persona a la que no amo solo por venganza. —suspiró Gokudera, dando un sorbo a su bebida. —Pero... tampoco quiero seguir al bastardo de Hibari hasta el grado que mi mente vea aquello como la única salida.

Tsuna le dio una suave sonrisa.

—Quizás deberías evitar a Hibari-san por un tiempo, hasta que aquellos sentimientos desaparezcan. —aunque Tsuna no estaba seguro si aquello desaparecería un día, él entendía que Gokudera era de las personas que más amaban, por lo que sus sentimientos solían ser bastante intensos, así que no podría decir con certeza que aquel amor unilateral podría acabar demasiado rápido.

Probablemente Hibari lo hiciera sufrir mucho más, y eso lastimaba a Tsuna también. Porque apreciaba a ambos.

Cuando Gokudera se fue de la casa de Tsuna estaba más relajado, aun así seguía preocupado de aquella nota que le dejó su yo futuro. Es decir, ¿Cuánto no sufrió el pasado yo de su futuro para que hiciera lo que hizo? Gokudera negó con la cabeza, revolviéndose los cabellos, le parecía una desfachatez, sobre todo porque Dino sí parecía quererlo en el futuro.

—Estás muy pensativo, Gokudera. —llamó Fon, apareciendo delante de él, subiendo a su cabeza de inmediato. — ¿Paso algo?

—Muchas cosas. —Gokudera encendió un cigarrillo, exhausto. — ¿Dónde estabas?

—Con Reborn. —declaró él. Gokudera alzó un poco su cabeza, queriendo mirarlo para que le explicara más. —Ya verás, Gokudera. Por lo mientras vamos a comer algo, muero de hambre.

Me debes un favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora