No podía entenderlo. La recta y confiable Umi Sonoda, orgullo de su familia y de sus compañeras, se había enamorado de otra mujer, y no cualquier mujer, sino que de su amiga Kotori Minami, la hija de la directora y una de las chicas más dulces que conocía. Haberse dado cuenta de sus sentimientos causó algo similar a un cortocircuito en su cerebro y derivó en una gran interrogante: ¿qué pensaría la peligris si se enteraba de sus sentimientos? Siendo más académica que lógica, Umi se dispuso a encontrar la manera de que Kotori no supiera nada al respecto.
Lastimosamente, y eso en un sentido más bien ridículo, la densidad de la peliazul no le permitía ver lo evidente de la situación. Bastaba con ver cómo se comportaba Kotori con ella para que sus sentimientos quedaran claros.
Lo único que le faltaba a la ojiámbar para ser más obvia eran un letrero con luces de neón sobre ella y aparecer en traje de Eva mientras hacía una pose sexy. No entendía por qué Umi era tan densa, y el problema era que Kotori le había dado señales desde hacía unos cuantos años. Incluso Eli y Maki se percataron de que la peligris estaba enamorada de su amiga, y eso que ellas compartían la densidad con esta última.
El colmo de los colmos fue cuando Kotori horneó galletas para todas las chicas. El detalle: solo las de Umi tenían forma de corazón. Al final, lo único que la peliazul destacó fue el sabor.
―Están muy buenas ―dijo en su momento.
―Y, Umi-chan... ¿hay algo más que quieras decir?
―No, solo eso. Me gustaron mucho.
«¡Umi-chan!», pensó con una tristeza caricaturesca.
Kotori estuvo a punto de rendirse después de lo ocurrido. Seguía enamorada, pero se le acababan las ideas y comenzaba a agotarse. De no ser por el resto de las chicas, hacía mucho que se hubiese derrumbado.
―Quizás deberías ser más directa, Kotori-chan ―le sugirió Nozomi―. Ya vimos que las demostraciones sutiles no funcionan con Umi-chan.
―¿Ser más directa? ¿Pero y si la incomodo? ¿Y si me rechaza de plano? ¡No quiero que Umi-chan se aleje de mí!
Tiempo después, la peliazul pensaba exactamente lo mismo con respecto a Kotori.
Al parecer, no fue necesario ningún truco de la ojiámbar para que Umi comenzara a suspirar por ella. Su ternura y amabilidad bastaron para que todo se diera de manera lógica y natural. El problema era que, entre el temor por esos sentimientos y el miedo a que la rechazaran, la ojimarrón empezó a actuar de manera sumamente errática: disparos fáciles errados en tiro al arco, malos movimientos en kendo y una notoria distracción en clases fueron los resultados de aquello. Incluso Honoka parecía más concentrada en las lecciones, y eso era mala señal.
A tanto llegó el temor de Umi que comenzó a almorzar alejada de sus mejores amigas, sin darles una razón de ello.
―¿No crees que Umi-chan anda rara últimamente? ―dijo Honoka un día―. Ya ni siquiera come con nosotras.
―... Sí... Quisiera saber por qué ―respondió Kotori con tono triste.
Lo único que quería la peligris era entender la situación. No recordaba haber hecho nada que molestara a Umi, y Honoka solo hacía lo usual. Decidida a poner fin al tema, se acercó a la peliazul al acabar las clases y le dijo:
―Umi-chan, ¿te pasa algo? ¿Por qué te alejaste de nosotras?
Kotori se veía particularmente llorosa y suplicante, y eso acrecentaba su atractivo, provocando de paso que Umi se comportara de manera más torpe. Intentó abrir la boca y responder, pero la lengua se le trabó y terminó balbuceando peor que un bebé.
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Bésame y basta
FanfictionCuando se da cuenta de sus sentimientos por Kotori, lo único en lo que piensa Umi es en huir para evitar el rechazo, a pesar de que la peligris le ha mandado señales de lo contrario. ¿Qué pasará?