#MíaDesperté gritando a causa de un pinchazo en la espalda, me dolía todo el cuerpo. Apenas veo claro del todo, pero, ¿Dónde estoy? ¿Todavía no ha acabado esta pesadilla? ¿Qué ha pasado? ¿Me han drogado? ¿Han llegado a vio... violarme? Mi cuerpo se estremece pensando en las únicas dos respuestas posibles para esa pregunta, y rezo mentalmente para que sea un rotundo no.
- La paciente está despertando, doctor- ¿Qué? ¿La paciente soy yo? ¿Estoy en un hospital? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Qué ha pasado?
- Oh, hola Mía. ¿Qué tal estás? ¿Cómo te encuentras? - intentó reincorporarme y alejarme de él en cuanto veo el rostro del doctor con claridad, pero un dolor punzante por todo el cuerpo me imposibilita hacer cualquier movimiento. ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
- ¡Ahh! - las lágrimas caen por mis mejillas, no tengo nada que hacer.
- Tranquila, tranquila, nosotros no te vamos a hacer nada, solo queremos ayudarte- miro la tarjeta que lleva colgada con su nombre en el pecho. Julio Méndez, se llama Julio Méndez- Carla, póngale más analgésicos para que disminuya el dolor.
- Enseguida señor- la chica sale de sala, supongo que para traer más medicamentos. No hay nadie más en esta habitación y todo mi alrededor está lleno de rosas. Cuando el doctor se da cuenta de que las estoy mirando, sonríe para después responderme.
- Son bonitas ¿eh? Él florestero del hospital pasaba esta mañana con sus cajas llenas de flores frescas para ponerlas en la entrada y esperar vender alguna cuando su novio, que había salido a fumarse un cigarro, decidió comprarle todas las flores que había en la pequeña floristería y traérselas a usted. Dice que sus favoritas son las rosas blancas- dice mirando el gran ramo de rosas blancas que hay frente a mí.
- Mi novio... ¿Marcos está aquí? - el doctor asiente y mi cuerpo se tensa de inmediato.
- Sí, desde luego. Fue su novio y otro chico más quien la trajo hasta aquí de urgencias. De hecho, debe de ser usted una muy buena persona porque al poco tiempo de llegar usted, llegó un gran grupo de jóvenes, y todavía siguen esperando fuera por usted. - Madre Mía, marcos. Los chicos. La carrera. Todo daba vueltas en mi cabeza.
- ¿Cuánto tiempo llevo aquí doctor? - Él suspira antes de contestar y se sienta en el extremo de mi cama para que podamos mantener una conversación cara a cara.
-Bien, creía que de esto se iba a encargar su pareja, pero si usted lo prefiere le contaré todo yo- yo asiento. Estoy segura de que va a ser mucho menos doloroso si me lo cuenta él y no Marcos. Marcos... ¿qué iba a pasar con nosotros ahora? ¿Estaría dispuesto a estar conmigo después de haber sido tocada por otras manos que no son las suyas?
- Necesito respuestas, doctor. - Eso fue todo lo que le dije, y me pareció que fue más que suficiente cuando me contó cómo y quién me encontró, cómo llegué hasta aquí, el numerito que había formado Marcos... y no era para menos.
- Yo hubiese hecho lo mismo por él- le digo mientras miro la cantidad de tubos que tiene la vía que está en mi brazo izquierdo. El doctor sigue con sus ojos el camino de los míos mientras asiente, puedo notar la pena que hay en él a kilómetros. Parece que la cosa es más grave de lo que parece, o por lo menos eso es lo que pienso cuando veo el gesto tan triste que expresan sus facciones, el doctor se siente mal por mí, por lo que va a decirme.
- Mía, sé que es duro lo que voy a decirle, pero... usted estuvo a punto de ser abusada por ese hombre antes de que la encontrasen. -Las imágenes vuelven a mi mente en cuestión de segundos haciendo que me entre fatiga, y sin siquiera esperarlo, estoy vomitando hacia el suelo. Las imágenes de ese hombre sobre mí, tan sucio y tan rastrero...
- Bien, no sé preocupe. Expulse todo lo que quiera, ahora vendrán a limpiarlo. Esto es un acto reflejo del cuerpo, una manera de auto defensa que tenemos los seres humanos. - Me reincorporo sintiéndome realmente asqueada. Mientras veo como el doctor pulsa el botón de la limpieza.
- Qué asco- digo en voz baja, tan baja que apenas se oye. Las limpiadoras entran rápidamente saludando al doctor, y detrás de ellas, la enfermera con el resto de medicinas para meterlas en la vía.
- Bueno Mía, voy a decirle a alguien que vaya a la sala de espera para informar de que has despertado y estás bien. Aunque la verdad es que nadie podrá pasar a verte hasta dentro de unas horas, necesitas reposo, comer y dormir algo. Y nosotros necesitamos hacerte algunas pruebas más para comprobar que estás bien. -Asiento lentamente mientras observo salir al doctor por la puerta junto con el resto de limpiadoras.
- Tranquila, va a estar todo bien. Es normal que vomites, la situación no es para menos- me dice la enfermera mientras inyecta los medicamentos- Ese chico está loco por ti. He tenido que pelear con él unas cinco veces, y te prometo que no he sido la única. Estaba como loco por saber algo de ti.
- Ya...
- Uy cielo, creo que lo que necesitas es pensar con claridad por ti misma y estar a solas un rato. Mira, te dejo este mando aquí por si quieres ver la televisión, tu novio la contrató en cuanto supo que estabas despierta- me dice sonriendo- Y este otro no lo pierdas de vista, el botón rojo es para que nos llames a los enfermeros si necesitas agua, ir al baño, mas medicación para el dolor o cualquier otra cosa. En caso de ser algo muy grave, le das al botón azul y rápidamente vendrá el doctor Méndez.
- Gracias- le digo simplemente mientras observo como recoge los botes de medicamentos que acaba de ponerme.
- De nada, ahora debes cuidarte más que nunca- me dice mirando mi tripa antes de salir por la puerta ella también. De repente me quedo sola en el silencio de la habitación, sin escuchar ni un ruido de nadie, solo el de las máquinas que tengo enchufada. Entonces vuelvo a bajar la mirada hasta el punto donde la ha puesto la enfermera, y rápidamente veo algo extraño, una pinza de esas que te mide los latidos del corazón alrededor de mi dedo, sigo la trayectoria del cable con mis ojos hasta ver lo que pone en la pantalla. Hay dos barras marcando el pulso, no dos. Hay dos corazones latiendo. Estoy... ¿embarazada?
- Hola Mía. Vaya, ¿todavía no has encendido la televisión? ¿Llevas una hora sin ver y escuchar nada? Eso no debe ser bueno- dice el doctor bromeando mientras entra de nuevo en la habitación ¿Una hora? ¿En qué momento ha pasado una hora? Yo solo estaba pensando en que podía estar... embarazada.
-Doctor, necesito hacerle una pregunta y que usted me responda con total sinceridad- le digo apenas con un hilo de voz. Mi garganta escuece. Creo que estas son demasiadas cosas para digerir.
- Por supuesto, dime.
- ¿Por... porqué esa máquina marca dos latidos? - el doctor deja de hacer lo que está haciendo para dirigir su atención a mí por completo. Observo como se apoya en los brazos de la cama y fija sus ojos en los míos.
- Bien, creía que ya habías tenido suficiente por hoy y que esto era algo que debía contarle su novio, pero ya veo que usted además de ser muy inteligente es muy observadora. - ¿Qué? ¿Marcos lo sabía? ¿Y qué íbamos a hacer ahora?
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ERES MÍA, PRECIOSA. (I)
RomanceÉl es extremadamente impredecible, arrogante y adictivo. Ella, seductora, descarada e insaciable. ¿Hasta donde serías capaz de llegar por conseguir algo? Atención. Esta es una novela hecha única y exclusivamente por mí, no se admite el plagio. Si qu...