Capítulo 43: Solo quería verte bailar

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Atención: Este capítulo como el siguiente titulado "How to disappear completely" suceden al mismo tiempo, solo que están focalizados por separado uno en Jumin y otro en Crystal.

Cuando Crystal se marchó cerrando la puerta, Jumin la estaba observando desde el segundo piso, sin que ella lo viera. Sintió con aquel sonido de la puerta cerrándose, cómo su corazón terminaba de romperse.

Bajó las escaleras lentamente, sin saber como lo hizo, y volvió hasta la sala, sentándose en el mismo sillón que estaba antes. Jumin quedó completamente en blanco, mientras sus lágrimas resbalaban por sus mejillas. Se llevó las manos a la cabeza, miró la botella de vino, y comenzó ahora a beber de ella, dejando de lado la copa. Pasó a la segunda, a la tercera botella, mientras sentía como sus pensamientos se enredaban en su interior, sin dejar que las lágrimas dejaran de caer por sus mejillas.

¿Así se supone que terminaría su matrimonio? ¿Algo que pensó que sería para toda la vida? Cerró los ojos mientras bebía, y sintió que aquellos hilos amarraban su cuerpo, que predecían su conducta, su forma de relacionarse con el resto, volvían, pero esta vez para hacerle daño, como si alguien tirara de aquellos para rasgarlo, para cortarle la piel, para asfixiarlo, para meterse hasta sus huesos y hacerle todo el daño que no le habían hecho durante toda su vida.

Tenía un deseo incontrolable de vomitar pero no era producto del alcohol, sino de todo el asco que le provocaba la situación, de no poder sacarse la imagen de su esposa en los brazos de otro hombre, de que su piel se haya ensuciado con las caricias de otro, con el deseo de otro. Aquella bella piel de su esposa, aquel cabello rojo alborotado que siempre amó, sentía que ahora había manchas en él, manchas imposibles de quitar. Las lágrimas seguían saliendo, y él más bebía para quitar esa imagen y para apaciguar el asco que sobrevenía de todo esto. ¿Cómo había sido capaz de hacerle esto? ¿Es que acaso no lo amaba suficiente? ¿Es que al final, simplemente, estaba destinado a no tener ninguna relación real?

¿Qué llevó a Crystal a acostarse con ese imbécil? ¿Desde cuando lo estaba engañando? ¿Había sido más de una vez? ¿Por qué lo engañó? ¿Acaso había algo que él no le había dado? Las dudas de Jumin se agolpaban en su cabeza, mientras seguía bebiendo porque lo único que deseaba era perder el conocimiento, perderse en sí mismo y no volver a salir de ahí.

Se levantó, completamente borracho del sillón, y comenzó a arrastrar los pies mientras caminaba por la habitación. Pasó por la cocina, porque se le habían acabado las botellas de vino del bar de la sala, y no pudo evitar mirarla con dolor. ¿Cuántas veces le había preparado desayuno a su esposa ahí? ¿Cuántas veces habían cocinado con tanto amor, una cena para ambos? Su sonrisa, su cabello rojo. Jumin estiró la mano, para alcanzarlo, pero se esfumó. Negó con la cabeza, trató de concentrarse a lo que había ido.

Fue de nuevo hasta la sala, con la nueva botella mientras sentía que todo le daba vueltas. Se sentó como pudo en el sillón, y con la cabeza de lado, dio un vistazo a la chimenea, y vio el cálido cuerpo de su esposa semidesnudo, sobre la alfombra, esperándolo sonriente, como aquella vez que utilizaron cubitos de hielo, y ella usó lencería tan bonita de color negro, que contrastaba con su blanca piel. Jumin sonrió ante aquella visión, y se levantó del sillón caminando hasta ahí, pero cuando iba a acercarse se encontró con otro hombre acariciándola.

- ¡NO, NO, NO, NO! - gritó, mientras tiraba la botella que tenía en la mano y esta chocaba contra la chimenea, dejando un rastro de vino, el olor, la mancha y vidrios rotos.

Se pasó una mano, desesperado, por el pelo, mientras nuevas lágrimas caían por sus ojos, y su respiración se aceleraba. Cuando miró al sillón para volver a sentarse ahí, se encontró con otra visión de ella, sentada de lado abrazando sus piernas, sonriente, besando su mejilla, y él haciéndola reír al besarle el cuello y empujarla contra el sillón. Su risa sonaba tan melodiosa como un pequeño pájaro flotando en la habitación, y Jumin sentía que se hacía más pequeño, más miserable. Hasta que de pronto, un hombre apareció a su lado, tendiéndole la mano, y ella lo aceptó y se fue.

De sudor y ternura «Mystic Messenger» [Jumin/MC] [Parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora