58 - CUÑADAS

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Ángela

Estoy muy nerviosa. Cuando Draco se ha despedido de mí ha sido... No sabría explicarlo. Como si ni él estuviera seguro de lo que iba a suceder, como si me estuviera diciendo adiós para siempre y eso es algo que me niego a aceptar. Tiene que volver. Ahora que por fin he sentido lo que es ser suya no pienso renunciar a ese placer. Por nada del mundo.

Para colmo de males, me han dejado sola. Paul y Alex están con Laura y Julia en los dormitorios y Lorie y Max... ¡Pues también! Alucino con lo que hay entre esos dos. No sé, es algo complicado que me cuesta entender. Da la impresión de que Max tiene totalmente domada a Lorie y eso es algo que me hace mucha gracia. Tal vez eso era lo que necesitaba, una mano dura.

Por lo menos Max ha dejado de ir detrás de mí y eso es algo que agradezco.

Decido buscar algún libro con el que entretenerme hasta tener noticias. Según me comentó mi madre, Nicolae tiene una biblioteca muy interesante. Tras echar un vistazo, me doy cuenta de cuánta razón tenía. Hay libros de todo tipo y sobre cualquier ser sobrenatural. Encuentro uno que habla de los dioses y decido cogerlo. No sé mucho sobre mi naturaleza y creo que esto es algo que me puede ayudar.

Me siento en un sillón y comienzo la lectura. Enseguida me doy cuenta de que, en el mundo de los dioses, mi madre y yo somos el pariente pobre. No gozamos de inmortalidad ni tenemos poderes especiales, tan sólo el de la curación.

Eso me desanima un poco, pero al recordar las palabras de la madre de Draco una sonrisa se me escapa. No debo dejar que lo que estoy leyendo me afecte. Ella tenía razón. Somos muy poderosas porque nosotras aseguramos la vida. ¿Por qué si no íbamos a tener un espíritu guardián? Eso es una prueba de la importancia que tenemos y me hace sentirme orgullosa.

¡Ojalá Draco vuelva con vida! Y si algo le sucede, juro que daré la mía por salvarle a él. Estoy decidida.

—¿Qué lees?

Me sorprende ver a un pequeño rubio metiendo las narices en el libro que estoy leyendo.

—¿Y tú quién eres?

Él me dedica una sonrisa que me ilumina el alma. ¡Es idéntico a Draco sólo que en rubio!

—Drogo, por favor, no molestes.

Veo entrar en el despacho a Fiona con esa gran elegancia que demuestra a cada paso que da. Eso me impresiona. Me resulta increíble que las dos tengamos la misma edad. Ella es tan madura.

Un momento... ¿Le ha llamado Drogo?

—No molesto —responde el pequeño clavando sus puños en las caderas —. Sólo intentaba conocerle un poco más. Después de todo, va a ser mi nuera. ¿Y tú? ¿Cuándo me vas a llamar papá?

Tengo que contener una risilla ante el descaro de éste pequeño. Me da la impresión de que ya sé de quién se trata. Draco me había hablado de él, pero pensé que nunca le vería. Según él, la mayoría de las veces es invisible para la mayoría.

Fiona, por su parte, le dedica una mirada llena de superioridad, como si le pareciese absurda la petición del pequeño.

—Lo haré cuando crezcas y seas mi padre de verdad —contesta completamente seria —. De momento, tan sólo eres un proyecto de él.

—¿Proyecto? —protesta enfadado —. Perdona, pero si yo no estuviese aquí tú aún lo estarías menos. Eres parte de mí y, por lo tanto, soy tu padre, así que no me vengas con tonterías.

Cada vez me cuesta más aguantarme la risa. Debo reconocer que Draco no estaba nada equivocado en lo que me contó de él. Es tremendo.

Me cuesta mucho reconocer en el pequeño a Drogo. Él es siempre tan serio, tan correcto... Claro que yo sólo le he conocido como profesor y como padre de Draco. Tal vez en el fondo sea como el pequeño y debo reconocer que es algo que me encanta.

DC XII:LA REINA DEL MUNDO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora