[24 de Diciembre, Jueves]
Jack regresó de nuevo al coche que lo había traído, su padre tenía una expresión lastimera mientras lo veía caminar de vuelta al automóvil. No había llegado a escuchar lo que gritaban debido a la distancia, pero la cara con la que venía el rubio era suficiente para hacerse una idea.
- ¡Es increíble! ¿Pero a ese qué mosca le ha picado? - Se quejaba sentándose de vuelta en el asiento del copiloto.
- ¿Estás bien? - Quiso preguntar, el otro saltó a la defesiva.
- ¡Claro, estoy genial! Mi marido me acaba de decir que está harto de mí y me ha echado, no podría estar mejor - Comentó con sarcásmo.
Henry, conociendo a su hijo lo abrazó, al principio quiso apartarlo y no se lo correspondía. Sin embargo, a los pocos segundos le apretó con fuerza y comenzó a llorar a moco tendido en su hombro.
- Ha sido horrible - Tartamudeó.
- Sshh, lo sé, tranquilizate y luego hablamos - Dijo sobando los mechones rubio trigo que conformaban su cabellera.
Damian por su parte dejó de abrazar a la niña, quién se había calmado un poco, miró a su madre y ella asintió, subió las escaleras y se encerró en su cuarto también. Se tumbó en la cama, se cubrió de mantas hasta la cabeza y comenzó a llorar, intentando que sus sollozos fueran amortiguados por la almohada y no los escucharan sus hijos, era lo último que faltaba.
Horas después se presentaron en la puerta de la casa aquellas chicas que, en el ambiente oscuro de la vivienda, desentonaban. Subieron a la planta superior tras darle una calurosa bienvenida a Bárbara y se metieron en el cuarto de William.
- ¡Hola primito! Venimos a llevarte a comer y no vale negarse ¿vale? - Dijo Lilly, previendo que el moreno iba a poner pegas.
Sin hablar, el de ojos color avellana se terminó de atar los cordones y salió de la habitación. Las otras tres se miraron confusas pero le siguieron.
- Podemos ir a la hamburguesería de la esquina, ¿qué te parece? - Obtuvo silencio como respuesta.
El moreno caminaba delante de ellas hacia el establecimiento de comida rápida mientras las otras tres le seguían, prenguntándose entre ellas qué es lo que le ocurría esta vez. Llegaron al destino con rapidez, ciertamente estaba muy cerca, y se sentaron en la mesa del fondo, para tener más privacidad a la hora de hablar.
Pidieron cualquier cosa, William aún no había dicho ninguna palabra en todo lo que llevaban juntos, se limitaba a mirar a la nada con mirada perdida. Por más que las chicas preguntaban no recibían respuesta, al rato se cansaron de preguntar e hicieron como si todo estuviera normal, esperado a que hablara cuando se sintiera listo.
- Mis padres han discutido - Comentó cortando una conversación superficial que mantenían entre ellas - Nunca los había visto gritarse así.
Evelyn pasó una mano por encima de su hombro mientras le abrazaba, se quedó por un momento un ambiente algo tenso, todas pensaban en qué era lo que debían decir para poder animarlo.
- Bueno, yo sinceramente no creo que pueda decir nada para hacerte sentir mejor - Dijo Olivia con sinceridad - Pero al menos podríamos intentar tener una buena comida y dejar un poco aparte los problemas, ¿qué te parece? - Sonrió la castaña.
Él las miró a todas a los ojos, contemplando la situación y, tras unos segundos que parecieron horas, acabó aceptando la petición. Todas sonrieron aliviadas y se lanzaron a abrazarle, luego se pusieron a hablar animadamente de algunas cosas que pasaron el último día de clases.
Como lo patética que se había visto Madison Moore mientras su querido novio la estaba dejando por otra, esa chica de verdad era una arpía, o de cómo a Marcos Súlivan le habían metido nieve en los pantalones y parecía que se había meado encima; pasaron un agradable rato todos juntos y poco a poco Will comenzaba a sonreír y a participar.
Tras terminar todos hasta arriba de hamburguesas ya se podía ver un pequeño reflejo del William que todas conocían, un chico fácil de hacer reír, brillante, divertido... Entre risas se dirigieron al hospital donde residía Dean, querían saber todos cómo estaba y si había mejorado después de tantos días allí.
Cuando pasaron las puertas del hospital la conversación alegre que llevaban se apagó, el ambiente del hospital no le gustaba a ninguno de los chicos, tanta gente enferma y ese ambiente tan fúnebre daban ganas de llorar.
Él las dirigió a la habitación del rubio, la número cincuenta y seis de la tercera planta, se la sabía de memoria tan sólo habiendo ido una vez a ver cómo era su condición. El chico dirigió la mano al pomo de la puerta pero la detuvo en el último segundo, su mano temblaba.
- Estamos contigo - Animaron sus acompañantes.
Respiró hondo y abrió la puerta. Nada más entrar se escuchaba un pitido intermitente, aún seguía conectado a la máquina que le marcaba las constantes vitales. Debido a una doblez que hacía la sala aún no podía verlo, sólo tenía que dar un paso, un simple paso que se le resistía.
Evelyn levemente le pegó un empujoncito, revelando a un rubio con un poco más de color, aún intubado y ojeroso, quieto y tranquilo. Las adolescentes corrieron a acercarse a la camilla, a mirarlo con preocupación pero contentas de escuchar ese pitido que las hacía estar más tranquilas.
Le hablaban con cariño, pidiéndole que se pusiera bien pronto, que se acercaba Navidad y que no se lo podía perder. Al rato se alejaron de él para salir de la habitación, querían darles un poco de tiempo a solas y decidieron esperar fuera.
Luego de que se fueran la habitación volvió a estar en silencio, se sentía incómodo viéndolo allí, no sabía muy bien qué hacer a continuación. Se fue acercando poco a poco, mirándolo mientras se mordía el labio inferior.
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Dean (+18 - Gay)
RomanceUna vez que descubres qué es estar acompañado por muy solo que hayas estado toda tu vida ya nada volverá a ser como antes. Lo necesitas a tu lado, te sientes lleno, así se sentía Dean cuando vio por primera vez al moreno. Segunda parte de "Te odio y...