10. "Tocada y casi hundida."

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CARTA II

"Últimamente Víctor está más distante de lo normal. Apenas lo veo: o está encerrado en su cuarto o cuando llego a casa no me lo encuentro. Eso pasó hoy por ejemplo. Llegué justo al salir del instituto y gracias a Dios no me he entretenido con Carly, pero aun así llegue tarde. Ingresaron a Víctor al hospital. Yo te juro que no me di cuenta de su situación, no sabía por lo que estaba pasando y nunca pensé que la muerte de mamá le provocaría consumir drogas [...] Sé que voy a ser muy egoísta por mi parte pero tienes que darte cuenta temprano, debes actuar y hablar con él antes de que se agote la arena del reloj. No vayas a perder a un familiar otra vez.

Confío en ti"


Sentí un pinchazo profundo en mi estómago, mis manos empezaron a temblar tanto que deje caer la carta. < Mi hermano, ¿mi pobre hermano consumía drogas? ¿Cómo él iba a hacer tal cosa? ¿Como? >

Perder a Víctor. Estas dos palabras unidas por la preposición no dejaron de repetirse en mi mente mientras las gotas de mis lágrimas provocaban tal ruido que hicieron desaparecer las palabras de mi cabeza. ¿Porque cada vez que aparecía una escalera en mi pozo y yo la empezaba a subir escalones alguien me empujaba y volvía a caer? ¿Porque la vida me hace esto? ¿Porque?

- ¿Señorita Prescol? - dijo una voz masculina que se encontraba detrás de mí.

Intenté secarme las lágrimas con las mangas del jersey y seguidamente di media vuelta mientras esperaba que el doctor me hablase.

- Tengo algo que decirle. Por favor no pierda las esperanzas y menos la fe. Su hermano por ahora está inconsciente. Podrá recuperarse o caer en coma. Ahora puede pasar a verle durante unos minutos. Le ruego que no moleste al paciente.

Antes de que acabase de explicar, entré corriendo al cuarto. Me quede observándole unos segundos y me di cuenta de que su piel estaba pálida y cubierta por unos cuantos parches y agujas que le transmitían el suero. Se le marcaban las ojeras en el rostro, su cabello castaño estaba húmedo y le tapaba gran parte de la cara. Seguía sin creerme que ese chico era mi hermano, que ese chico inconsciente era Víctor. Lentamente me acerqué hasta la cama en la que se encontraba y me senté en una silla mientras sujetaba su mano.

< Sí que hemos crecido, ya eres un hombre, mira tus manos...> Se las apreté hasta sentir su calor en mi piel.

- Ojalá en estos momentos puedas escucharme. Solo quiero decirte lo mucho que te quiero y lo importante que eres para mí. Así que por favor, deja que te hable, deja que te cuente como quemaría que tú me dejaras en este infierno, como dolería que te fueras. Tu presencia en casa, tus broncas, tu perfume reconocible, tus palabras animadoras, tus consejos patosos, tu sonrisa perfecta, tus abrazos, tu tortilla quemada que, por cierto, siempre me acabas obligando que me la coma...Que haría yo sin todo eso. Que haría yo sin ti. Dímelo por favor. ¡Abre tus ojos y dímelo! ¿Recuerdas tu frase? "Lugar nuevo, vida nueva" Que sepas que si con "vida nueva" te referías en matarte y dejarme sola, preferiría estar como antes. ¿Acaso no piensas volver? Entre lágrimas me dolería decirte adiós, perderte y no volver a verte. No solo lloran los ojos ¿sabes?, el corazón también lo hace pero en este caso llora sangre. Gotea poco a poco hasta perder sus latidos. Te pido por favor que no te vallas. Te obligo a que no lo hagas.

Eres un idiota ¿sabes? Como puedes asustarme de esta manera, tú necesitas estar aquí ahora mismo, necesitas cuidar de tu hermana pequeña, no quieras que otra vez liguen conmigo y me lleven. - en ese instante se me escapó una risa entre lágrimas.- Sé que no basta con palabras. Ya ni se me ocurren más. Al fin y al cabo acaban explotando en mil pedazos, así que, ¿para qué decirte más...?

En ese momento aparecieron las enfermeras y me avisaron de que tenía dejar vacía la habitación ya que ellas tenían que hacerle a Víctor unas cuantas pruebas.

Me marché del cuarto dándole un beso en la mejilla mientras le susurraba un "te quiero" en el oído.

< Ojalá no sea la última vez que te lo diga. >

Cerré la puerta y me fui a sentar en las sillas de la sala de espera. Solo tenía que esperar y aquí iba a hacerlo.

Segundos después, unos pasos, unas deportivas negras, unos tejanos rotos, un chico... Se acercó poco a poco hasta entrar en mi jarra de agua fría, en el patio sin luces. Con fuerza me agarró de los brazos y me empujó hacia él rodeando sus brazos en mi cuerpo. Podía sentir nuestros latidos juntos que se esparcían por la sala vacía provocando un eco.

- Te prometo que todo saldrá bien - susurró en mi oído. Levanté mis brazos que tenía caídos y le devolví el abrazo. Estaba tocada y casi hundida, pero creo que en ese momento él salvó mi barco. Ahora podía ver la superficie del océano y no el fondo del mar.

- Gracias Hales...

Una carta para Melanie (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora