80's ｜uzuzen ｜

papelillo

Solo para aclarar: aquí Uzui y Zenitsu tienen la misma edad. Tenía algo de ganas de usar este concepto algún día.

Estoy basando esta "serie de one shots" (tal vez sólo sean tres) en una cadena de Twitter que se hizo bastante famosa, tengo entendido que la historia era real¿ pero muchos dicen también que es ficción; como sea, la pueden buscar como "hilo de Emil y Xaver" en internet.
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Lo miraba con los ojos entrecerrados, regalándole esa sonrisa que provocaba en él la misma sensación que tenía cuando respiraba el humo de su cigarrillo.

Sabía que tenía algo en mente.

Zenitsu tanteaba con calma la superficie de la larga mesa de madera, esperando el momento adecuado para devolverle la mirada. La profesora redactaba con calma la poesía de algún señor, en algún momento de la historia, describiendo la extraña emoción que le provocaba ver cómo los peces del estanque de una bella señorita adinerada, se acercaban a él cuando sostenía pequeños trozos de algas frescas en sus manos.

O, tal vez hablaba sobre la chica. En ese momento no podía importarle menos.

Cuando ve la oportunidad, voltea y le sonríe, baja la mirada con vergüenza cuando el chico le guiña un ojo. Un mechón de su cabello cae sobre su frente, y Zenitsu lo vuelve a colocar detrás de su oreja. Sabe lo que Uzui planea, lo sabe y no le puede terminar de parecer infinitamente estúpido. Pero lo va a hacer; no es nada nuevo para él, y en incontables ocasiones ya había pasado. Aún así, cada día se siente como si fuera la primera vez, y la emoción de ser descubierto y reñido inducía en él un sabor provocativamente agridulce.

Lo haría tan solo porque era él, y no necesitaba otras razones más.

Suspiró, encogiéndose en su asiento y recordando las miles de ocasiones en las que habían corrido por los pasillos como si la vida les fuera de ello, riendo y molestándose entre sí. Sus manos unidas y nunca soltándose, ni por un solo segundo.

Estaba viviendo plenamente su enamoramiento, y eso lo mantenía con la misma sonrisa embobada durante todo el día.

La puerta del salón de clases fue tocada; fuerte, demandante.

La mujer paró su lectura, levantando la mirada hacia el origen del ruido. Caminó hacia la puerta y la abrió, dejando a la vista a un hombre de vestimenta formal y cabello blanco. Zenitsu pensó que parecía una señora, pero aquella barba le decía lo contrario.

Hablaban en voz baja, e incluso Agatsuma se sorprendió de la discreción que tenían para su tema de conversación: todos estaban en absoluto silencio y, sin embargo, lo único que se podía rescatar del intercambio de palabras eran pequeños ruidos sin sentido.

El ambiente era tranquilo, relajado. Los alumnos no tenían mayores preocupaciones que tener una que otra buena calificación, cosa que no era realmente difícil. Zenitsu se consideraba afortunado.

Nuevamente sentía la necesidad de ver esos ojos carmesí, atrapar su sonrisa en una memoria inmortal, y poder recordarla cuando se le diera la gana. Tan suave, tan hermosa.

Su pie derecho se movía con insistencia, su cuello dolía por querer voltear y, cuando finalmente nota a la profesora dándole la espalda, se arriesga.

Pero ella vuelve a su posición inicial. Es tan rápido que Zenitsu realmente llegó a preguntarse si alguna vez aquello había pasado.