Capítulo 18: Rumbo a las Islas del Norte.

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Anna empezó a correr por el pasillo de manera agitada mientras Kristoff cruzaba el puente, antes de darse cuenta los dos ya estaban abrazados el uno al otro en el vestíbulo.

—¿Qué tal por las Islas del Sur? —preguntó la chica con el corazón en un puño–. ¿No has regresado algo pronto?

—Muy mal, Anna. He visto algo tan raro como lo que vi aquí con tu hermana. —dijo Kristoff con una mirada seria que conectaba con la de la princesa.

—Un momento, mi hermana no es rara. —se quejó ella, dándole un golpe cariñoso en el hombro para bajar la tensión del ambiente, pero de nada sirvió.

—Ya sabes que conozco perfectamente a tu hermana y es un amor de persona, eres consciente de lo que te hablo —el gesto de Kristoff rogaba atención a Anna, quien trató de concentrarse—. Sabes tan bien como yo que hay algo que marca la diferencia en ella; sus poderes.

—¿Ha provocado algo con su magia que haya afectado a las Islas del Sur? —preguntó la pelirroja completamente confusa, sin lograr averiguar que le intentaba decir su chico.

—Anna, el príncipe Hans está vivo. Las sospechas de tu hermana se han cumplido y hay algo muy diferente en él.

—¿Está vivo? —la sensación de Anna en aquel momento era bastante mixta y confusa. Por un lado se sentía aliviada de saber que aquel hombre, aun habiendo hecho lo que hizo, no había llegado al extremo de morir, pero por el otro estaba muy asustada por lo obvio que ya todos conocían—. ¿Qué has visto allí, Kristoff?

—Soy consciente de que lo que voy a decir puede parecer una locura, pero escúchame —Kristoff cogió de los hombros a la joven y clavó su mirada en sus ojos—. Hans ha adquirido poderes capaces de controlar el fuego, se ha tomado la justicia por su mano metiendo el miedo en los demás y en un discurso incluyó sus planes vengativos contra Arendelle. Tenía también muchos familiares, pero ninguno de ellos pudo bajarle los humos.

En aquel momento, Anna recordó una conversación que tuvo con Hans hace unas cuantas semanas, un tema del que creía haberse olvidado.

¿Cuántos hermanos me has dicho que tienes?

Doce hermanos mayores.

—Anna, yo estuve allí, lo vi con mis propios ojos. Seguramente se presente en el momento que menos esperemos, y para colmo tu hermana está fuera... —Kristoff se frotó la frente tratando de recordar con mayor claridad—. En aquel lugar se encontraban representantes de todos los reinos, temo que les exija su colaboración en este movimiento, o al menos su no intervención.

—¿Estaban sus hermanos? —quiso saber de forma inmediata.

—Sí, ¿por qué?

—No los conozco personalmente, pero sí me habló de ellos. Dudo que le sigan en esto; según lo que me dijo le daban de lado y aunque ahora pueda infundir el miedo, le conozco y con ese poder se sentirá capaz de hacer sus absurdos planes él solito —teorizó la chica con bastante seguridad en la palabra—. Pero me extraña lo de los poderes, ¿cómo es posible?

—No lo sé, dijo algo sobre una isla de Dragnor, y uno de sus hermanos lo confirmó —contó el vendedor de hielo—. Parecía tomarse bastante en serio el tema.

—¡¿La Isla de Dragnor?! —Anna pegó un brinco y le cogió del brazo corriendo hasta la biblioteca—. ¡Tengo un libro relacionado con eso!

Aquella escena trajo a los recuerdos de Kristoff el momento en el que Anna le iba a mostrar aquella sorpresa que después se convirtió en un trineo nuevo; sin embargo la ilusión y alegría no estaban presentes esta vez. Una vez allí empezaron a leer la historia, mucho más detenidamente de lo que lo había hecho Anna antes.

Frozen: El príncipe de fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora