9. Pone mi vida patas arriba

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Flavio. Hace 8 meses...

- No lo entiendes... no me entiendes – dije mientras me levantaba y me dirigía hacia la puerta – luego hablamos.

Salí de casa cabreado, conmigo y con ella, con la situación, con todo. Esta discusión últimamente se repetía demasiado y el resultado era siempre el mismo: a ella le hacía daño que yo intentase ocultar nuestra relación a ojos de todos porque sentía que lo hacía por vergüenza, yo me cabreaba porque no lo hacía por eso, pero tampoco sabía expresar bien qué era lo que pasaba en mi cabeza en esos momentos para portarme como lo hacía.

Antes de darme cuenta ya estaba delante de la puerta que siempre me acogía cuando lo necesitaba. Llamé al timbre y apareció mi salvador.

- Fla, ¿qué pasa? ¿Estás bien? – dijo mientras me dejaba pasar. – Ya me han dicho los otros que había prensa al salir del restaurante. ¿Os habéis vuelto a pelear?

Joe, qué bien me conocía ya. Antes de contestar me senté en el sofá y entrelacé mis dedos. Miré al suelo porque me daba vergüenza tener que contarle que había vuelto a hacer el capullo.

- Sí, nos hemos vuelto a pelear. Yo... he perdido los papeles otra vez, pero es que hay algo distinto en esta pelea.

Aitor se sentó junto a mi y pasó su brazo por mi espalda. No sé cuantas de estas había tenido que escuchar ya, repitiéndome siempre el mismo consejo para que yo al final ni siquiera le hiciese caso. Lo que estaba claro es que no había un amigo mejor que él.

- Es que no se... pero es que ella estaba distinta ¿sabes? No es que estuviese enfadada como otras veces y ya, estaba... dolida. Por mi culpa, le estaba haciendo daño yo.

- Pero Flaaa – me abrazó por la espalda mientras yo seguía encorvado en el sofá con la vista fija en el suelo. – Es que ya hemos hablado de esto muchas veces, ella no tiene la culpa de que la gente no sepa respetar vuestra vida privada. Y yo entiendo que te agobies, ya lo sabes, pero es que sigo pensando que no es justo que la hagas pasar por eso cuando ella está para ti siempre. También entiendo que ella pueda llegar a estar dolida. ¿Qué te ha dicho?

- Que está cansada de que la esconda como si avergonzara de ella y que sabe que no es perfecta pero que no se merece eso...

- Joder, Flavio, le habrás dicho que eso no es verdad ¿no?

- Bueno... - no paraba de estrechar mis dedos entre sí – le he dicho que no es por eso, que no la escondo pero que me agobio...

- Pero Flavio – esa vez sí que levanté la mirada, aunque sabía que me iba a encontrar con algo que no me iba a gustar y era ver el reproche en la cara de Aitor – es que no puedes seguir haciendo esto, tío. Yo te voy a apoyar siempre en todo pero Sam no se merece sentir que te avergüenzas de ella. Tenías que haberle dicho que claro que no es perfecta pero que para ti sí lo es y que no tiene la culpa de tus líos mentales.

- Que ya lo se pero es que en el momento no es tan fácil pensar...

Aitor soltó su enganche sobre mí y se levantó. Apareció unos minutos después con unas cervezas en la mano, aunque a mi no es que me guste demasiado beber, y cara de que la noche iba a ser larga.

- Más te vale que bebas porque tenemos mucho de lo que hablar.

Un par de horas después y muchas cervezas más de las que me gustaría admitir, sólo era capaz de llegar a una conclusión que no le gustaba nada a Aitor.

- Es lo mejor, tu también lo sabes y me lo has dicho mil veces, que ella no merece que la trate o la haga sentir así y yo ahora mismo soy incapaz de controlar eso, Aitor – seguíamos sentados en el sofá.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora