Capitulo Único

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"Bonita" pensaba.

Siempre tan pulcra, siempre tan elegante.

Todo lo que la componía era perfecto; Sus vestidos siempre bajo sus rodillas, su cabello largo y negro meneándose al son del viento, sus ojos grises como el acero y la cálida e inocente sonrisa que siempre se encontraba presente en sus labios.

"Ella es muy bonita"

Acompañada de su madre, pasaba a la misma hora todos los viernes por el mercado principal del pueblo. Siempre tan alegre, siempre tan limpia. Él miró sus ropas. Era imposible acercarse a una niña como ella. Sus ropajes estaban rotos, sus manos sucias por ayudar a su tío con el trabajo y su cabello largo y descuidado.

Ella se notaba que era una niña de sociedad, con buen estado económico y una gran casa. Mientras que él y su madre debían ingeniárselas para variar un poco su comida. Era un milagro que comieran arroz.

Suspiró. Era mejor observarla desde la lejanía.

Para Levi, era imposible que ella le hablase... O lo era hasta el día en que su tío, Kenny, lo llamó para atender el puesto.

Al salir la encontró, observando detalladamente los vegetales. No pudo evitar sonrojarse cuando ella alzó la mirada hacia él.

—¿Qué valor tienen las zanahorias?

¿Cómo una pregunta tan sencilla se convirtió en algo tan difícil de responder?

Ella seguía esperando una respuesta, la cual nunca llego de su parte, si no de su pariente.

—Dos yenes, niña.

—Gracias, señor.

Y se alejó.

El hombre volteó y le propinó un golpe en la cabeza.

—¡Oye, Levi! —él reaccionó—. Concéntrate, no hagas perder clientes.

Él asintió y dirigió su vista a la pequeña niña, comentándole a su madre, lo que parecía ser, el precio del vegetal.

(***)

Sus nudillos sangraba y su respiración era pesada. Una sonrisa socarrona apareció en su rostro al ver como ambos tipos huían.

"Cobardes, malditos cobardes"

Mas su sonrisa desapareció al verla.

Aquellos niños querían molestarla y ella, aunque no pareció asustada en ningún momento y se mantuvo firme esperando a que se acercasen, él no iba a permitir que le colocaran un dedo encima, claro que no.

Sin siquiera pensarlo, se posó enfrente de ella extendiendo sus brazos en señal de protección. Los agresores —mayores que ellos— soltaron una carcajada antes de lanzarse hacia él, confiados en que alguien tan pequeño, no podría contra ellos. Que equivocados estaban.

Las clases de su tío habían rendido frutos.

Después de deshacerse de ellos, giró para comprobar que ella se encontrara bien.

La mirada que le dedicó no le gustó.

"No, no me mires así"

Todos los niños cerca de su vecindario lo observaban de esa manera; con miedo. Su mirada fría, ceño fruncido y habilidades para pelear, los asustaban. Nadie deseaba acercársele  por el fuerte temor a salir lastimado.

—Yo... —trató de explicar, sin embargo no no pudo continuar. Su única reacción fue irse corriendo.

—Oye, espera —quiso ir tras él, pero la mano de su madre lo evitó.

𝓙𝓸𝓵𝓲𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora