Disclaimer: Naruto, sus secuelas, y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto y Pierrot.
Casi un puñado completo de puro fanservice... casi.
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Yamato todavía es capaz de negar de vez en cuando. De pie en el borde del bosque los ve peleando, la voz de uno alzándose entre los árboles, la mirada evasiva del otro escapando por el verde del follaje.
Kakashi es simplemente eso, lo que Yamato conoce muy bien desde su infancia. Una mirada fría, pocas palabras, su pose floja e indiferente, el gesto breve de su rostro que apenas se percibe entre la tela oscura, una mentira perpetua, una sonrisa oculta, el opaco e indiferente metálico de la curva de su risa.
Gai, por el contrario, es el rayo de sol contra ese metal. Su pose firme, su seguridad, la transparencia con la que se paraba delante de las personas y nunca parecía necesitar de palabras. Gai nunca dudaba.
Pero Yamato puede ver sobre eso. Kakashi tenía su máscara para ocultarse mientras que Gai tenía su positividad y su sonrisa.
Ambos seguían siendo máscaras, incluso si Gai parecía ser al principio una persona libre de trabas o mentiras. Era una pequeña tela sobre su cabeza difícil de entender, difícil de sobrellevar o comprender.
Yamato pensaba que prefería la honestidad cruda de Kakashi, lo creía cuando él solo lo miraba y lo apartaba, cuando no tenía palabras, cuando no podía animarlo y simplemente se encogía de hombros para no darle esperanza.
Era la dureza de su gesto lo que lo hacía fuerte, era su silencio el que lo hacía reflexionar, pensar, hacerse duro en contra de los acontecimientos, seguir su mirada vacía sobre las nubes, entender entre las líneas de su gesto escueto alguna especie de razón. Kakashi siempre era la racionalidad y la razón.
Pero luego estaba la voz segura de Gai, la forma en la que lo abrazaba, en la que le decía las cosas con franca honestidad, con una violencia intrépida, con el vigor poderoso de un volcán, con confianza y fuerza.
Es su sonrisa brillante la que le da tranquilidad, es su mano sobre su hombro lo que lo llena de seguridad y lo hace pensar en que sobrevivirá, en que lo logrará. Yamato se siente un poco más fuerte con eso, la virtud de la fe ciega, el incentivo, el poderoso fuego. Gai es la flama hirviente de la vida. Una eterna y poderosa chispa.
Yamato se sienta entonces al verlos a la distancia. Gai se levanta firme como una piedra, sus pies seguros contra el suelo, cada paso dado con firmeza, con valor, con entereza. Su cuerpo está unido al piso con cadenas, Gai es confiable, su cuerpo de acero mezclándose con su espíritu indomable daban la combinación perfecta.
Kakashi es el que no levanta palabras, no necesita arrastrar consigo una tormenta para plantarse en contra la adversidad. Solo necesita una mirada, volátil, insondable en contra de la luz del sol, brillante y etérea como las nubes, liso, perdidizo.
Yamato se queda a un lado cuando los mira. Es fascinante todavía. Puede escuchar las palabras llenas de orgullo de Gai, el pecho inflado, el golpe constante de sus manos. La idea desinflándose cuando Kakashi solo suspira y se aparta, su cuerpo un parpadeo fugaz de luz, una nube en contra de sus golpes, su figura deslizándose sobre el reflejo del agua que fluye constate.
Le recuerda entonces que Kakashi tiene una experiencia de por vida con Gai. Una mirada basta, un gesto diminuto de su rostro lo dice todo y Gai solo asiente a su orden sin decir palabras.
Combinaban perfectamente el uno con el otro. Encajaban, se complementaban, no necesitaban esforzarse para sobrellevarse, para comprenderse, para enfrentarse y ayudarse, para amarse.
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Entre el cielo y la tierra
Lãng mạnADVERTENCIA: Sexo explícito. Encuentros sexuales casuales, trío, poliamor, manipulación, sodomía, masoquismo, voyeurismo (además un poco de intento de violación). Yamato piensa sobre su posición entre Kakashi y Gai, su relación y su amistad. De alg...