Capítulo 12

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     Capitulo 12 



     Albert había dormido muy poco, pero pese a la gran cantidad de energía derramada, tras una sucesión de coitos a lo largo del día no planeaba despegarse de los brazos de la exhausta Ellen, y muy acaramelado se adhería a ella, sin dejarla ni siquiera salir de su lado para que tomara una ducha sola. Había apagado el celular de Ellen y después de la propuesta que le hiciera de jurarse su propiedad, se propuso estar metido entre sus piernas lo más que se pudiera. 

     Ese día pese a un complicado caso en el que venía trabajando y algunas citas con clientes olvidó su milimétrica rutina horaria que lo caracterizaba y se fundió en los brazos de esa bella mujer que lo tenía eclipsado.

     Ya casi cerca de las cinco de la tarde se dirigió a la ducha junto a Ellen y como era de suponerse terminaron enfebrecidos bajo la regadera y culminaron en la sala de Ellen en un acalorado momento pasional. Fue precisamente ese momento tan intenso, en medio de gemidos y jadeos que delató la posición de ambos.

     Ya era cerca de las de las siete de la noche; cuando en medio de una entrega febril un persistente timbre de la puerta los despertó de un sopor en el que se hallaban sumergidos.

     —KNOCK, KNOCK, KNOCK, KNOCK.

     —¿Albert? ALBERT, ELLEN, YA SALGAN, sé que están tomando clases particulares de tango-fusión, ¿no creen que ya es hora de salir? —Gritaba Silvio desde afuera de modo enérgico.

     —¡BROOM!,.. CLACK... "¡Mierda!", discúlpame por tu mesita, "prometo reponerla", —decía Albert incorporándose de una aparatosa caída al tropezar con la pata de la mesita mientras se levantaba a prisa, dejando una quebrada mesa tras su paso.

     —No te preocupes por ello, ¿Tú  estás bien? —Decía Ellen revisando el muslo y pie de Albert, e indagando que no se veía mayor daño que un buen golpe.

     —jajajajajajajaja, creo que esta mesa no me simpatiza mucho. "Habrá que hacerle un pequeño cambio". ¿no lo crees así linda? —comentaba adolorido Albert sujetándose el pie, y sobando su pierna. Parecía que casi se le partía la pierna de dolor pero intentaba no verse tan vulnerable ante Ellen.

     —¡Ey Albert, déjame revisarte bien! "Estás cojeando", ¿te duele mucho?

     —¡Mmpfmmmpppff! no mucho —Trataba de articular algo coherente, pero apenas y podía pronunciar aĺgo entendible. Y a toda costa no deseaba admitir que le dolía horrores.

     —¡chss! le decía Albert, acercando su rostro para besarla afectuosamente. Era la primera vez que Albert sentía un calorcito en el pecho producto de la preocupación de Ellen por él.

     —Mira allá afuera están gritando que salgas, no sé cómo saben que estás conmigo, y cómo dice superman: "No se necesita tener una visión de rayos x para saber que algo no está bien". Si te llaman es por algo. ¿Qué hiciste? además de casi violarme, Albert. —Comentaba Ellen empezando a perder la paciencia.

     —¡pfff!. Ellen yo no te he violado, recuerdo muy bien el haberte preguntado si deseabas que siguiera y mi dijiste si con la mirada. Además te gustó, y te ha gustado todo lo que hicimos después y después de después..., Ven aquí, bonita y ¿dime si estás arrepentida de lo que pasó hoy?, porque yo estoy más que complacido, aunque no me esperaba iniciar algo contigo de esta forma, debo confesarte que estoy muy feliz con todas estas horas que estamos en este, ya, nuestro nidito de pasión. ¡suena bien eso!, ¿verdad?

ÁNGEL O DEMONIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora