CHAPTER 13: Camila/Sentimientos encontrados

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Capítulo13:Camila/Sentimientos encontrados

 

“Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija. "Quieta ahí, tus labios o la vida".

Ismael Serrano

 

Madre me abrazó mientras unas lágrimas se deslizaban por mi mejilla; me preguntó repetidas veces qué había sucedido pero no me alcanzaban las palabras físicas para explicarle, simplemente me largué a llorar como una niñita mientras Sofi cogía mi mano, mirándome apenada.

Odiaba que tuviera que verme así, se suponía que yo era la fuerte, la que siempre la protegería.

En un arrebato de bronca y desesperación me solté de ambas y me fui corriendo hacia mi habitación; justo vi a Lauren con el pelo totalmente despeinado, salir del cuarto de Sophie, con la mirada perdida y cuando nos cruzamos noté su indiferencia, su odio desmedido. ¿Qué le había hecho yo? ¿Por qué tenía que tratarme de aquella manera?

Quise gritarle algo pero tenía un nudo en la garganta que no me permitía hablar; odié que me viera así, llorando, con la cara por el piso. Aún así, ninguna de las dos se movió de su lugar. Nos mirábamos profundamente y por un segundo pensé que Lauren también intentaba soltar la amarra de piedra que la sostenía y desarmarse, hablarme… lo supe por sus ojos azules apagados, tristes.

Como respondiendo a una supuesta disculpa, negué imperativamente con la cabeza y seguí mi camino hasta el cuarto.

Intenté conciliar el sueño pero era inútil; la cabeza me estaba trabajando a mil por hora y no podía parar. Recorrí el espacio de un lado hacia el otro, dándome pequeños golpecitos a la cabeza: ¡Deja de pensar, maldita sea!

Se me ocurrió que lo mejor sería recurrir a mi mejor amigo aunque no lo tuviera presente físicamente.

Cogí mi diario y la pluma y salí disparada de la casa; mi madre pisándome los talones, preguntándome a dónde iba.

- Por una vez en tu vida, no te metas en la mía, ¿De acuerdo? –Contesté de mala gana. Sinu se sobresaltó; no recuerdo la última vez que le había faltado el respeto; yo misma me asombré y bajé la cabeza avergonzada.

- Eso es lo que estás logrando –Me respondió con la misma dureza de mi voz- Alejar a todas las personas que te quieren. ¿Por qué no dejas que te ayudemos? Desde que llegamos a aquí, siento que ya no eres la misma… no eres mijita, Camila… ¿Quién eres? –Hizo un esbozo por acariciar mi rostro pero se detuvo en el medio; mirándome horrorizada. No pude evitar que las lágrimas corrieran rápido, como si jugaran una carrera para ver quién llegaba primero al suelo.

- Soy yo, mamá, Camila… -Se me quebró la voz; no le di tiempo a continuar la conversación, me di la vuelta y corrí lo mejor que mis piernas podían porque temblaban, hasta los bosques.

Una vez que me sentí lo suficientemente lejos de allí, busqué un tronco de un árbol donde apoyarme.

En aquel momento pensé que escribirle a Gaspard, escribir todo lo que sentía y dolía bien dentro de mí, era lo único que podría salvarme del punto de quiebre definitivo. No podía aguantar estar bajo el mismo techo donde Lauren y Sophie me odiaban. Siempre fui la chica que todos querían, siempre agradé a todos… ¿Qué diablos había hecho mal esta vez? Joder, si tanto me quieren fuera de esa casa, mándenme de vuelta a Francia; buscaré a Gaspard y me quedaré con él. Sí, ¿Por qué no? Pensé, ahora exaltada, con los ojos brillantes.

Un amor en tiempos de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora