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Capítulo treinta y dos

Sus besos son una droga para mí.

Lo confirmo.

Amir lleva sus manos a mi cintura y lentamente me despega de su cuerpo —tranquila, irresistible —revuelve mi cabello y camina hacia el armario.

Junto mis cejas, ¿qué le pasa? Está extraño.

Camino detrás de él como puedo y lo veo quitarse la ropa en frente mío —eh, no sé que decir, ¿cómo has estado? ¿Cómo la has pasado sin mí?

Voltea y con paso demandante pasa a mi lado, camino detrás de él hasta el baño y me asiento en la encimera, quita la toalla de su cuerpo y se mete a la regadera —mal, lo he pasado muy mal y tengo que contarte cosas, pero primero déjame relajarme, hoy fue un día muy agotador.

—Ya veo —observo su perfil y como las pequeñas gotas de agua bajan por su piel —si te es gratificante yo tampoco me he bañado, ¿puedo acompañarte?

Bajo y quito mi ropa, mis pies se dirigen hacia ojos azules y pego un brinco cuando siento el agua fría recorrer mi cuerpo, sus manos me abrazan desde atrás y gira mi cuerpo completamente, se inclina hacia mí formando una barrera contra el agua y me apego a su pecho —aún no puedo creer que estés aquí. Joder, Irina, te extrañé, te extrañé mucho — siento una de sus manos en mi cara y alzo la mirada, su brazo en mi cintura me aprieta a él y me pongo de puntillas, sus labios húmedos y calientes chocan con los míos y vuelvo a estar en el paraíso.

Las sensaciones de ser amada resplandecen en mi pecho con fuerza y todo a mi alrededor pasa a ser tan lejano.

No me importa nada más, solo lo quiero sentir a él en este preciso instante.

Apaga la regadera y baja hasta mi altura, me alza y enredo mis piernas en su cintura, llevo mis dedos a su mojado cabello y gruñe al sentir que lo despego de mí —dijiste que estuviese tranquila —pego mi frente a la suya —bájame y terminemos de bañarnos, recuerda que me tienes que contar cosas—tensa su cuerpo y siento su mandíbula apretarse —Amir ¿Estás bien? Te noto raro desde que llegaste — su mirada choca con la mía y la despega rápidamente, tomo su rostro entre mis manos y lo hago mirarme — hay algo, ¿no es así? — muerde sus labios y prende la regadera otra vez, trago grueso sintiendo una enorme presión en mi pecho y me baño en silencio, salgo y camino al armario.

Sus manos me detienen y me estrella contra uno de sus estantes —Espera, no te enojes, estoy sintiendo lo mismo que tú y precisamente no es amor — me suelto de su agarre y junto mis cejas.

—¿me estás diciendo que ya no me amas?

—Yo no he dicho eso, yo te amo y eres lo mejor que me ha pasado en la vida, lo que digo es que estoy sintiendo con lujos y detalles como te estás sintiendo ahorita mismo, recuerda que estamos conectados — su dedo índice toca mi marca, asiento dudosa y él toma mis manos — lo que pasa es que en este tiempo ha pasado mucho y no encuentro la manera de decírtelo, para mí es un tanto complicado — jala mi brazo y me lleva al final de su armario — te lo contaré todo, pero primero vistámonos — mis ojos van a las cosas de chica que hay y abro mi boca para preguntar, pero él es más rápido y habla primero — esta es una pequeña sorpresa, mientras no estabas mande a comprar cientos de cosas para ti, ¿Te gusta? — me suelto de su agarre y examino cada pieza de ropa, su gran cuerpo se apega a mí — ¿y bien, irresistible?

—Esto es perfecto.

Da un suave beso en mi cabeza — arréglate y ponte mas bonita de lo que ya lo eres, hoy quiero invitarte a un lugar.

—¿Es una especie de propuesta indecente? — giro y dejo caer mi toalla.

Sus ojos azules se dilatan y humedece sus labios —Joder, tengo ganas de follarte… — desvía la vista y camina hacia su lado del armario — vístete, irresistible — mis labios hacen una mueca y jorobo mi espalda, busco ropa para ponerme y giro en dirección a Amir, sus músculos se contraen al ponerse una de sus típicas camisas blancas y su piel reluce impecable ante el brillo de los focos — deja de comerme con la mirada o te juro que te follaré.

El Hijo Del Millonario ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora