|Capitulo 26|

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Maratón 1/2

Capítulo 26

Miré la mansión ante mis ojos y me replantee la idea de huir y dejar al pobrecito de Owen sin los medicamentos que me había pedido. Quizá debió pensar que ahí dentro también vivía el chico con el que apenas un día había tenido sexo dentro de un establecimiento público, y de hecho, el mismo chico con el que lo había hablado desde entonces.

La situación era así: Owen no había asistido al instituto, y como era buena amiga le había enviado un mensaje preguntándole qué le sucedía, a lo que él me había respondido con un emoji llorando, junto a una foto suya envuelto en sábanas. El gran Owen estaba enfermo. Y nada me causo mas gracia que ver la cara de perrito abandonado que había puesto para tomarse la foto.

Owen dramático. De verdad lo era, y muchísimo.

Rodando los ojos, saqué mi celular de entre los bolsillos de mis pantalones y le marqué al culpable de toda mi desgracia. Owen respondió al segundo tono.

—Estoy aquí, —anuncié, Owen soltó un suspiro de puro alivio, y luego, como si realmente no pudiese callarlo por más tiempo añadí, —no sé ni porqué he venido hasta aquí, la verdad. Podías arreglártelas solo.

— ¿Por qué te di cinco orgasmos en algún momento? —inquirió Owen. Su voz se escuchaba bastante afectada, lo que me confirmaba que en efecto, estaba teniendo algún tipo de alergia, o gripe.

—Nunca superarás eso, ¿no? —Repliqué rodando los ojos aunque evidentemente él no podía verme, —déjalo estar.

—Hecho. Pero ahora entra y tráeme mis medicamentos que siento que me muero, y si me muero no podré acompañarte mañana al festival.

—Posiblemente no puedas levantarte en todo el día de la cama, y tú solo piensas en el festival.

—Será increíble.

De nuevo, y había perdido la cuenta de cuántas veces lo había hecho, rodé los ojos y avancé hasta que estuve frente a la puerta. Owen me había dicho que las chicas de servicio tenían la tarde libre, por lo que, tenía que abrir la puerta solita e ingresar como si estuviese en mi casa. Me cabreó cuando mencionó de nuevo, que no debía sentir vergüenza porque ya conocía la casa, y por supuesto, su habitación.

Tal y como él me había dicho, entre a la casa y subí de dos en dos las escaleras hasta llegar a la que recordaba era su habitación. Cuando ingrese a la habitación me encontré con un Owen sentado frente a una pantalla gigante, con unos audífonos conectados a sus orejas y hablándoles a los que suponía eran sus compañeros de juego.

Me quedé de pie en la puerta con la bolsa de medicamentos colgándome de una mano. Parpadeé sin poder creerme que no estaba acostado como me había dicho, sino que, estaba sentado jugando videojuegos como si nada.

—Así que me engañaste, no estás enfermo, —espeté causando que su mirada se dirigiera hacia mí. Una amplia sonrisa se formó en sus labios antes de decirle a sus compañeros de juego que se tenía que ir.

—De hecho no, sí creo que tengo algo como gripe, pero quiero prevenir y por eso te pedí los medicamentos.

Le eche una rápida mirada y me di cuenta que no llevaba sudadera, solo unos short negros ajustados. Owen tenía un buen cuerpo, y estaba buenísimo, pero en aquel momento no le presté mucha atención, y solo me centré en nuestra conversación.

—Me usaste para venir hasta acá a las tres de la tarde, —concluí. Owen negó con la cabeza, se levantó de donde estaba sentado y caminó hasta detenerse frente a mí. Tuve que alzar la cabeza para poder verlo.

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