La primer blusa.

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Seo Soojin era una mujer bellísima, delgada pero con curvas, con unos gruesos labios que despertaban el deseo de besarlos en todo aquel que los viera. Sus mejillas algo regordetas le daban un aspecto adorable, al igual que su gran sonrisa, sin perder esa sensualidad que desprendía espontáneamente. Sin embargo, ella no sabía apreciarse como la belleza que era, muy por lo contrario era bastante insegura.

Nunca salía de casa sin maquillaje, aunque no era menos preciosa a cara lavada. Pero lo más lamentable quizá era su necesidad por esconder su cuerpo en ropa holgada, si se trataba de remeras o suéteres, nunca usaba su talle. Eran pocas las personas que tenían la suerte de conocer el cuerpo de la ahora pelirroja, pero cualquiera podía notar que poseía una contextura delgada.

Extrañamente sujetaba aquella blusa de su talle mientras la miraba con interés, esta no solo era apegada al cuerpo, sino que también era sin mangas y tenía un pequeño escote. Dejaba demasiada piel expuesta para lo que ella acostumbraba a usar.

No iba a mentirse, la prenda era bellísima. Sencilla, ya que era negra con unos ligeros detalles en blanco y hacía algo de transparencia, era ideal para acompañarla con una falda del mismo color para salir de noche. Pero ahí estaba la inseguridad latente, no creía que fuera posible que a ella le quedara bien, no había forma de que eso sucediera.

"¿Puedo ayudarte en algo?", la suave voz de una mujer irrumpió en su indecisión.

Al levantar la vista Soojin se encontró con una chica de más o menos su misma estatura, delgada, cabello oscuro y largo, y una piel tan blanca que quiso usarla de lienzo. Vio en su remera una pequeña placa que decía SHUHUA, por obviedad supo que era su nombre.

"Intentaba decidirme, gracias, Shuhua", respondió inexpresiva.

Shuhua inspeccionó a la contraria por un momento, ella no solía estarle encima a los clientes cuando intentaban comprar, sabía lo molesto que podía llegar a ser. Pero ahora tenía a su jefe a unos pocos pasos de distancia, no solo controlandola a ella, sino que también al resto de sus compañeras.

Al no percibir incomodidad en la mayor, decidió seguir hablándole.
"Esa blusa te quedaría muy bien", comentó con sinceridad. "¿Quieres probartela? Hay un probador libre".

Soojin, sin necesidad de conocerla, supo inmediatamente que la menor era muy extrovertida. Quizá demasiado. Ella, siendo tan tímida, ni siquiera se atrevía a negarse a su oferta.

Un suave asentimiento fue todo lo que la menor necesitó para tomarla del brazo y guiarla hacia los cambiadores.

(...)

Soojin miraba su reflejo en el espejo con nerviosismo, aún no se había quitado esa remera holgada amarilla que ocultaba su cuerpo. No sabía cuánto tiempo había perdido ahí, pero no lograba armarse de valor. De tratarse de su habitación quizá no sería tanto problema, pero ese reducido espacio tenía tres espejos que cubrían todas las paredes y luces tan potentes que le permitía ver hasta sus poros.
No quería apreciar sus imperfecciones con tanta nitidez, no.

"¿Ya estás? ¿Necesitas ayuda algo con algo?", oyó a la menor preguntar en un tono dulce y paciente.

"N-no...", respondió insegura, sólo quería salir corriendo de ahí.

"Permiso, voy a pasar", advirtió antes de abrir un poco la puerta, dejando un espacio suficiente para poder observar a la mayor. "¿Aún no te la probaste?", preguntó confusa.

Soojin negó, no solo se la veía nerviosa sino que también podía percibirse cierto temor en sus ojos. Shuhua, sin estar muy convencida y algo preocupada por esa intranquila expresión en la contraria, se adentró en ese cambiador, volviendo a cerrar la puerta.

"Permíteme, yo te ayudo". Se quedó mirando a la mayor por un momento, al ver que esta no se oponía pasó a quitarle su remera.

Inevitablemente Soojin se encorvó un poco, evitando el contacto visual con los espejos. Aunque intentara disimular, Shuhua se percató rápidamente de esto.

"A ver, estira tus brazos", le indicó. La mayor obedeció sin objetar.

Tomó la blusa que su clienta había escogido, con cuidando y evitando el contacto innecesario para no incomodarla, le ayudó a ponerle dicha prenda. Mientras terminaba de acomodarla, ya una vez puesta, Soojin se concentró tanto mirándola que por un momento olvidó esos dañinos pensamientos que la perturbaban hace un momento.

La pelinegra tomó a la pelirroja de los hombros, con la misma delicadeza que empleó desde un principio, la volteó de forma que quedara frente a uno de los espejos.

"¿Lo ve? Le dije que le quedaría bien", susurró cerca de su oído mientras sonreía con una clara satisfacción.

Soojin miró su reflejo, la vendedora le decía la verdad y no se trataba solamente de un intento por vender algo. Sin embargo, fue la forma en la que la pelinegra la miraba lo que terminó por convencerla. Tal vez era porque nunca vestía de esa forma, pero era la primera vez que alguien la miraba así. Y es que Shuhua podía ser cualquier cosa menos disimulada, era obvio que se deleitaba con la belleza de la contraria.

"Me la llevo", sentenció con absoluta seguridad.

Soojin vistió aquella blusa en diferentes oportunidades, resultó que no sólo quedaba bien con faldas. Aún no lo sabía, pero aquella tienda acabaría convirtiéndose en su favorita muy pronto y no sería por la ropa, por más atractiva que fuera; la responsable de que gastara su dinero sería aquella joven de cabello largo.

Clothes.        ◜(g) i-dle, Shuhua x Soojin.◞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora