si tan sólo él no existiera, tendría una vida más fácil para sobre llevar.
tal vez su corazón no tendría latidos tan fieros, ni sus noches tan firmes recuerdos sobre él.
tal vez, si no fuera como es, si su sonrisa no le hiciera las mejillas arder y...
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ɰһѧţ ıs ţһıs?
Era la cuestión que nació en el. Desde aquel momento en que su mirada se encontró con lo que sería, su primer amor.
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Se avecinaba a un día caluroso en la ciudad de San Francisco, mientras disfrutaba sus pequeñas vacaciones de verano en nada más ni nada menos que la biblioteca.
Jack Beth Hendrich, midiendo 1.80 y siendo considerado el más alto durante su primer año en secundaría, un busca pleitos de vez en cuando, —no es que el buscará las peleas— sólo no tenía control sobre su propio temperamento. El mejor chiste era su grupo, bravucones, pues bien serían estos los mas rudos de la escuela creyéndose lo mejor de lo mejor solo por ser jugadores de fútbol americano.
Sudor, gritos, golpes y esteroides...no era su ambiente favorito, pero era mejor que ser la ratita de los profesores o el come libros geniecillo al que siempre atacaban sus compañeros.
Sería cosa de la ironía, ¿que se le hubiera aplicado el hecho de que le encantaban los libros?
Y no, no era como si fuera un come libros, —Aunque si lo fuera—. Solo se trataba de un pequeño gusto por los oscuros poemas de Edgar Allan Poe. Estaba totalmente enganchado tras encontrar una frase del señor en internet y conocer una biblioteca cercana en la cual se prestaran sus libros, era lo mejor de lo mejor.
Hacía calor fuera de aquella estancia, su único y mejor escape a sus amigos fue el de meterse allí, aprovechando los pequeños bullicios de gente al cruzar las calles y demás. Si estos supieran que le gustaba leer...
Suspiró, queriendo olvidar un poco el tema solo para dedicarse a una sección diferente de otros de sus libros favoritos.
Danza americana en europa.
No podría decir cuando nació su amor por la danza, los simples pasos o la elegancia de un vals, pero era su día a día. Amar el sonido de pasos imaginarios armonizados en su cabeza le hacía olvidar todo lo malo.
Leer aquel libro sobre cumplir sueños y metas...viajes y altos egos... Le hacia sentir tan a la fantasía de que, jamás, pero jamás, podría dedicarse de llano a su pasión y ser él mismo. Un estereotipo de persona que simplemente odiaba las criticas más que cualquier otra cosa en el mundo. Amaba el baile, los libros, el chocolate amargo y una buena taza de café un lunes por la mañana.
Era tan simple y a la vez...tan complejo.
Para cuando se dio cuenta, el peso en sus manos había aumentado considerablemente, ¿y como no?, si tenía más de diez pesados libros empezando a aplicarle la ley de la gravedad sobre la tierra.
Decidió por si mismo que era suficiente, dispuesto a ir hacía la mesa más cercana donde pudiera relajarse y leer un poco. Escuchar un clásico de Queen o dedicarse a apuntar frases poéticas de amor y oscuridad que jamás en su vida podría mostrar a alguien, pues dudaba de que algún alma le buscará para escucharle realmente y decir "me gusta que seas tu".
