Capítulo #7; Semen: lágrimas de un pene enamorado.

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Capítulo #7; Semen: lágrimas de un pene enamorado.

—No.

—Oh, vamos, Mely.

—Que no.

—¿Por qué no dejas de hacerle la difícil de una vez y vamos a fajar allá atrás?

—¿Por qué no dejas de molestar y te vas a fajar con tu prima?  Ella si te hace caso, anda.

—¿Estás celosa?

—Ni en tus más profundos sueños, James.

—¿Otra vez intentando meterte entre las piernas de mi mejor amiga, primo? —preguntó Masón, llegando hasta ellos y pasando un brazo alrededor de Melanie.

Hoy era sábado, y estaban en la casa de Mason, en una reunión familiar, aunque la verdad solo estaban los tíos y primos de Mason, además de la familia de éste último y la familia de Melanie.

James miró con recelo el brazo de su primo y Mason sonrió socarrón.

La cosa era, que James, un año mayor que Melanie y Mason, estaba enamorado de la peli-plateada, porque, bueno, era la mejor amiga de su primo y, la mayoría de las veces, lo que Mason tenía, James lo quería, y era la misma historia con Melanie.

El chico era un poco más alto que Mason y tenía ojos color avellana, que con el sol parecían casi amarillos, tenía un cuerpo bien trabajado y el cabello igual o más negro al de Mason.

Era lindo, sí.

Pero idiota, también.

—No —mintió, en un murmullo.

—Si —corrigió Melanie. James le miró mal.

—El día en que mi Mel te haga caso, nosotros dejaremos de ser mejores amigos, así que suerte.

James gruñó y se alejó de ellos con pasos firmes y detonando su negativo estado. Luego tomó a Lucia, su prima, de la mano, conduciéndola a-no-sé-donde para hacer quien-sabe-que.

Aunque todos sabían que era lo que hacían. 

Los mejores amigos sonrieron y negaron con la cabeza divertidos, algún día iban a atrapar a esos dos. Y ellos, como buenas personas que eran, iban a estar ahí, listos con sus celulares para grabar el suceso.

—¿Ya está lista la comida?

—No, tu padre está teniendo unos cuantos problemas para encender la parrilla.

Melanie gruñó.

—¿Papá cocinará? ¿Quién demonios permitió eso?

Josh, el padre de Melanie, no era muy bueno en la cocina.

Bueno… la verdad es que era en desastre.

Una vez, mientras preparaba quesadillas, fue al baño, dejando la estufa prendida.

Los bomberos dijeron que era una suerte que no hubiera nadie más a parte de él en casa, y que el queso que compraban era malo.

—Según los rumores, rogó por tres horas para poder hacerlo—. Mason se encogió de hombros.

Melanie suspiró.

—Vamos—. La chica comenzó a caminar—. Debemos evitar que intoxique personas.

—¡Genial! ¡Misión imposible siete; Melanie y Mason al rescate!—. El chico alzó sus brazos en el aire.

Melanie sonrió.

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