41

240 18 2
                                    

Lo que más me gusta de la Navidad, es que hace frío, te apetece estar en casa tapada, disfrutando de la buena compañía. No hay prisas, no tienes que trabajar, ni tu, ni nadie de tu familia, por norma general. Y a María le encanta decorar la casa, así que en estas fechas, estamos doblemente feliz. Este año, íbamos a pasar las navidades algo diferentes. Las pasaríamos separadas. Ella se queda en Madrid, y yo me bajo a Málaga con mi familia.

-¿Como van los preparativos de la noche? -Le pregunté a María por video llamada-.

-Pues todavía no he decido si poner me este o este -Dijo señalando los vestidos-.

-Si te los pruebas te digo cual te queda mejor.. -Le dije con picardía-.

María dejo el móvil enfocando al techo y se empezó a cambiar de ropa.

-Amor,que así no veo lo que quería ver.. -Le dije entre risas-.

-¿Como me queda este? -Estás muy, muy guapa.-. ¿Y este otro? -A mi me gusta más el primero, pero el que más te guste a ti amor, estas preciosa con los dos por igual..

Le enseñé la ropa que llevaba puesta y me piropeo con sumo descaro. Después hablamos de lo que íbamos a cenar estos días, de la familia, de lo mucho que extrañábamos la compañía de la otra..

-Tengo una sorpresa para ti.. llegará a tu casa pronto.. -Dijo María levantando una ceja-.

-¿Si? ¿Cuando? -Pronto.. paciencia-.

Pasamos las la navidad y noche buena separadas, y la sorpresa de María no apareció, cosa que me extraño. Disfruté de mi familia, de las tradiciones, de lo importante que es seguir tu vida a pesar de tener pareja, del arraigo familiar y la cultura. De pasar tiempo en familia y vivir plenamente. Era fin de año, y me moría de ganas de compartir ese momento con María, ya se lo había dicho varias veces por teléfono y no quería seguir diciendo que la echo de menos, porque bastante difícil es ya. Cenamos en mi casa, toda mi familia. Mis tíos, mis padres, mis hermanos y mis primos. Entre risa y música. Cuando se acercó la hora de comer las uvas, acerqué el teléfono y vi un mensaje de María.

"Se acerca la hora, acuérdate de pedir un deseo por cada una de las uvas que comas"

"¿Puedo pedir te a ti en todos?"

"Cuidado con lo que deseas, que los sueños se cumplen.."

"Pues voy a desear con todas mis fuerzas que no me faltes nunca. Te amo"

"¡Te amo!

La tradición dice que, el día 31 de Diciembre. Justo a media noche, cuando el reloj marque las doce en punto, con cada campanada te comas una uva, siendo esto un total de doce. Y por cada una, pedir un deseo para el nuevo año. Dejando atrás todo un año entero. Primero suenan los cuartos. Aquí aprovechas para hablar con tu familia, y prepararte para comerte las doce uvas de golpe. Y después las campanadas. Todo el mundo atento al televisor, y sin perder el ritmo, pides un deseo. Al terminar, brindas con tus seres queridos y das la bienvenida al año entre besos y abrazos. Aprovechas para enviar mensajes y llamar, pero casi siempre las lineas están saturadas, y no lo consigues a la primera. A mi siempre me da cierta nostalgia, por que nunca estas con todas las personas que quieres a la vez, en esa noche tan mágica. AL terminar la ronda de besos y abrazos, María consiguió llamar me.

-¡Feliz año nuevo mi amor! ¡¡ TE AMO!!-Exclamó fuerte para contrarrestar el ruido de fondo-.

-¡Feliz año mi vida! Otro año más a tú lado, no me faltes nunca ¡TE AMO! -Contesté-.

Después, la linea se corto. Es lo único que pude decirle.

Conseguí llamar a Carla, no tuvimos tiempo de hablar mucho ya que la linea estaba saturada, pero no me importaba, porque no se imagina lo que esta apunto de pasar. Terminé de celebrar con mi familia, y mi hermano me acercó con la moto de Carla a toda prisa para el aeropuerto. Corrió mucho para que no perdiera el avión, que salía justo a la 1. No había nadie al llegar, así no tuve que hacer cola, ni facturar maleta ni nada, ya que me fui con lo puesto. El vestido de noche y unas bambas para poder correr, los tacones en un bolso enorme con una muda para mañana y listo. Crucé la terminal corriendo y llegué a tiempo. Al aterrizar, llamé a Dani, mi compinche. Fingió ir a por hielo a la gasolinera, para recoger me en el aeropuerto. Ya que intentar desplazarse en coche es imposible. Salí con la misma prisa de la terminal y ahí estaba Dani, con aquella pedazo de moto. Se abrazó a mi con fuerza y me felicitó el año.

Cuestión de pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora