¿¡OMEGA!? ¡SOY UN ALFA! [✔️]

Bakugo Katsuki, de 23 años. Un alfa gruñón y mal llevado además de mal hablado, con una personalidad demasiado explosiva.

Esa tarde estaba con su mejor amigo pelirrojo. Kirishima Eijiro, otro alfa de 27, literalmente todo lo opuesto al cenizo: divertido, buena persona y sobre todo amable.

Mala combinación.

Pero apresar de sus diferencias ellos se entendían bastante bien. Desde el preescolar hasta graduarse de la secundaria permanecieron juntos. Tenían una "amistad llevadera" como solía decir Kirishima, lo que ambos tenían en común desde hacia años era lo que la mayoría ya había hecho.

No habían marcado a nadie.

Ambos eran alfas deseados por ambos sexos, desde mujeres a hombres, pero ninguno tenía ganas de meterse en eso.

—¡Katsubro, nos vemos mañana tengo un asunto urgente! —se despidió el pelirrojo

—Como sea pelo mierda, nos vemos -Kiri camina por la cuadra y Katsuki esboza una sonrisa torcida,—¡Y cuida que no te violen por la calle!

—¡MUY GRACIOSO! —Kirishima sigue caminando rumbo a un lugar desconocido para el rubio explosivo que miraba el cielo mientras que lentamente se teñía de naranja por la puesta de sol.

Sin nada más que hacer ese día, nuestro querido Katsuki se levanta y, con pasos lentos pero seguros, enprede el camino a su casa.

Es ahí cuando lo ve.

Un Omega de cabellos verdes muy desordenados. Vestía ropas negras y una mochila amarilla en la espalda. En sus manos abrazados a su pecho, sostenía un cuaderno un poco malgastado marca Campus.

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Se dónde estás parado

Silencioso entre los árboles

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El paso por su lado con la cabeza gacha y Katsuki también. Ni un "buenas tardes" o "adiós" nada. Eso no le gusto a el rubio, así que se freno y se volteo.

—¡OYE TÚ! —el peli verde voltea confundido y levanta sus cejas, pues no era costumbre que le hablara un desconocido,—¿¡C-cual es tu nombre?

En dos segundos el pecoso que tenía enfrente se vuelve un tomate y al hablar se traba,—E-este.... Me lla-llamo Mmmm.... M-Midoriya I-zuku. —Katsuki sonríe divertido y lo examina. Era muy tierno e inseguro.

—No creo que sea buena idea que camines solo a estas horas niño —Izuku traga grueso pero esboza una sonrisa.

—Tranquilo señor, estoy acostumbrado, siempre paso por aquí.