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Nota: ¡Hola! No sé por qué no se actualizó el capítulo. El sábado le había dado a publicar pero no lo puso y no me dí cuenta hasta hoy. Disculpen la tardanza :(

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¿Estaba viviendo las cosas claramente?

Me fijé en Grayson, que me veía con descuido. Sus ojos azules estaban perdidos. Casi parecía que no recordaba haberme retado besarlo. Parecía más pendiente de no quedarse dormido allí mismo.

—Bésame —repitió, sin embargo. Sonó seguro—. Ese es el reto.

Tal vez no estaba tan ebria como quisiera. Sí, había tomado demasiado, y aunque sabía que perdería el equilibrio si me ponía de pie o que arrastraría palabras si hablaba, seguía consciente de lo que ese reto significaba.

Significaba besar a Grayson. ¡A Grayson! El mismo Grayson de los tatuajes en los brazos y sobre el pecho, el cínico, el que siempre leía el mismo libro desgastado.

¡Ese Grayson que se había desnudado frente a mí sólo porque sí!

No lo pienses tanto, Paige. No me dirás que no quieres besarlo.

Bueno, no podía negar que mi consciencia tenía razón. Grayson tenía claro que era un chico atractivo, y sabía usarlo a su favor. Estaba segura de que había muy pocas chicas en el mundo que no les gustara un chico como él, misterioso y sarcástico.

Y yo, sin duda, no estaba ni de lejos en esa minoría. Tenía que admitir que el rollo del enigmático chico mordaz al que nada le importaba era más sexy de lo que me gustaría.

Me concentré de nuevo en él, que me repasó con sus ojos, deteniéndose en mis labios. Fue tan poco tímido que pensé que no estaba cerca de ser la primera vez que se encontraba en esa situación.

O a lo mejor era que Grayson no es retraído con nada en general.

Me pasé la lengua por los labios inconscientemente y él siguió cada movimiento, sin perderse de nada. Tragué saliva con fuerza y me acerqué poco a poco, bajando mi mirada a su boca. De cerca tenía un inconfundible aroma a cigarro y alcohol, pero ahora sólo podía notar el de la colonia masculina impregnada en su ropa.

Me acerqué lo suficiente para notar su respiración pesada, el roce de nuestras narices y la intensidad de su mirada sobre mí. Disimulé que me tomó desprevenida cuando subió una mano por mi cuello y la detuvo en mi nuca, haciendo que girara el rostro para tener más alcance.

Y, a partir de ahí, Grayson se hizo cargo del resto.

Acercó tanto su rostro al mío para que nuestros labios rozaran y nuestra respiración se mezclara. Cerré los ojos, a la espera del beso. Estaba tan segura de que Grayson estaba al tanto de lo roja que estaba y me avergonzaba que escuchara los latidos de mi corazón, que golpeaban con fuerza mi pecho.

Dió unos cuantos besos alrededor de mi boca y sobre la comisura de mis labios, con tanta suavidad y lentitud que mi corazón se aceleró aún más por la espera.

—Fíjate —murmuró con un tono ronco que nunca le escuché—, cualquiera que nos viera, pensaría que nos traemos algo entre manos. Qué suerte que sepa actuar, ¿no crees?

Abrí los ojos, confundida, al mismo tiempo en el que él abrió los suyos y me me clavó su mirada. Sonrió, malicioso, y con dos dedos me empujó la frente hasta que volví a caer sentada en mi silla, lejos de él.

—Ya fue suficiente, Paigie —dijo, tranquilo. Mi corazón se detuvo—. No sabía que querías tanto ese beso.

Cuando reaccioné, sentía la sangre caliente y la indignación entrando a mi cuerpo. Todo lo intimidante que había en su mirada —que ahora observaba a su alrededor con aburrimiento— parecía gritarme que era hora de la discusión. Apreté los labios y los puños a los lados de mi cuerpo y lo encaré, enfadada.

Asaf y la alerta auxilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora