CAPÍTULO 19

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La arena la podía sentir entre los dedos de mis pies y a casi un metro podía ver cómo el agua se mezclaba junto a la arena, a la vez que llegaba una suave brisa. El cielo estaba hermoso, unas cuantas nubes estaban en el y la naturaleza en aquel lugar desconocido para mi, me hacían sentir relajada.

—¿Qué estás haciendo?— dice una voz a mis espaldas.

Cuando doy media vuelta no puedo creer que sea ella, un metro era lo único que nos separaba, solo tenía que dar unos cuantos pasos y podría tenerla nuevamente conmigo.

Su rostro estaba cómo lo recordaba, su cabello se encontraba ondulado cómo siempre y aquella sonrisa en sus labios hacían que un nudo se formará en mi garganta.

—No estás destinada para seguir mis pasos, cariño— su dulce voz nuevamente llego a mis oídos.

—Mamá...— fue lo único que salió de mi boca.

Ella soltó una pequeña risa para luego avanzar hasta mí. Cuando estuvo enfrente mío sentí cómo mis piernas llegaban a sentirse débiles y su sonrisa cálida solo logró que mi corazón doliera aún más.

—Tienes que encontrar tu camino— dijo casi en un susurró— estás yendo por el camino equivocado.

El viento movía su cabello y pude jurar que su aroma llego a mis fosas nasales, logrando que a mi mente llegará miles de recuerdos.

—No sigas mis pasos— dijo colocando sus manos en mis hombros— tienes que ser mejor que yo, mi amor.

—Te extraño...— susurre con la voz quebrada.

Ella sonrió y luego paso sus manos por mi cabello acariciandolo.

—Y yo a ti, cariño— dijo con su hermosa sonrisa— cuídate y encuentra tu verdadera misión.

Ella se alejo de mi y de pronto sentí como aquel escenario que me rodeaba comenzaba a desaparecer junto a ella. Extendí mis brazos y trata de caminar para llegar nuevamente a su lado, pero fue en vano.

Todo se volvió negro y por instinto cerré mis ojos, sentí desesperación junto a las ganas de gritar, quería estar nuevamente con mi madre.

Cuando sentí que todo había acabado y abrí mis ojos, me di cuenta que todo fue un simple sueño.

El cielo raso blanco del cuarto de Lena y algunos rayos de sol impactando en esté, fue lo único que pude ver. Mi pecho subía y bajaba, sintiendo cómo mi respiración estaba descontrolada, pero cuando giré mi cabeza y vi esa cabellera negra comencé a calmarme.

Ella se encontraba de espaldas y las sábanas grises solo cubrían la parte inferior de su cuerpo. Los rayos que entraban por el ventanal de la habitación llegaban hasta su piel haciendo que esta tuviera un brillo medio dorado. Me acerqué despacio a ella y cuando estuve cerca de su cuerpo, pase una de mis manos por su brazo, el que tuviera solo una camisa de tirantes hacían que las cosas fueran más fáciles. Mi piel con la suya se sentía cómo algo de otro mundo, aquella belleza que poseía Lena no era de esté mundo.

Mis labios fueron a su hombro desnudo dándole un suave beso a la vez que provocaba que comenzará a despertarse. Di otro beso al mismo lugar y por fin pude ver cómo abría sus párpados de a poco. Cuando abrió sus ojos, estos fueron a buscar los míos y sentí una explosión dentro de mí. Aquellos ojos verdes siempre lograrían la misma sensación en mí.

—Buenos días— susurre cerca de su rostro y sintiendo como su aroma mañanero llegaba a mi.

—Buenos días— dijo con su voz ronca.

Lena Luthor y Tú | Mi MisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora