26》Todos guardamos secretos.

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Astartea Hunt

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Astartea Hunt.

Gabriel me está viendo fijamente con su semblante lleno de asombro y una sonrisa de costado, era clara la sorpresa en su mirada café chocolate, ésa mirada que me ha robado el aliento y que, sin duda alguna, me encanta. Sus brazos rodearon mi cintura colisionando nuestros cuerpos, haciendo así que el más mínimo espacio entre nosotros, desapareciera.

—Te quiero —susurró contra mi oído.

Su voz gruesa y tranquilizadora me llenó de paz. Suspiré y descansé mi cabeza en su hombro dejándome en la memoria el sonido de su voz, sus te quiero cada vez significaban más, cada vez se me incrustaban más en el corazón. Y sí, lo dije, lo admití y no tuve miedo.

Yo también te quiero Eros Gabriel.

—¿A dónde te vas? —pregunté una vez que me separé de él, pero sus manos seguían sosteniendo mi cintura con firmeza. Miré sus maletas y me fue inevitable el imaginar que se alejaría de mí, no lo culpaba, Azarel le soltó una bomba, confesó haber sido en asesino de Nora.

Acarició mi cabello en un acto que me hizo estremecerme y cerrar mis parpados unos segundos—. A casa de mis papás a pasar las fiestas —respondió en casi un susurro.

Sonreí y asentí—. Disfrutas mucho, ¿sí? —susurré mientras acariciaba sus hombros.

Me besó de manera tierna y soltó un suspiro—. Ven conmigo —pronunció dejándome paralizada, mis ojos se abrieron con sorpresa y algo dentro de mí dio un vuelco—. Quiero que conozcas a mi familia, quiero que conozcan a mi maravillosa y preciosa novia.

¿Quiero ir? Definitivamente sí, Gabriel quiere que conozca a sus padres y eso me pone nerviosa de una manera que jamás imaginé estarlo. Pero tengo una bolita de pelos blancos que depende de mí y no quiero dejarla con Azarel quien está fuera de control y menos con Ariel quien es un irresponsable de lo peor.

—Gabriel —solté con un suspiro y su semblante se cargó de preocupación—. No puedo, no quiero causar molestias y tampoco puedo dejar a Mia.

Se sonrió—. Puedes traerla, ambos sabemos que se comporta y el patio de mi cama es inmenso como para que corra y juegue ahí, mi hermanita tiene una perrita.

Sonreí y mordí mi labio titubeando sobre qué decidir, era claro que él me quería presente en su casa durante las fiestas, pero una parte de mí, siente que es una gran molestia, jamás fui a una pijamada, jamás dormí en casa ajenas donde hubiera una familia completa y feliz. Será extraño y melancólico, pero es por él. Me toca tomar riesgos por Gabriel.

—Entonces vamos —solté dejando caer mis brazos a los costados.

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—Estoy nerviosa, ¿saben que vengo? —pregunté mientras entrelazaba nuestras manos. Eran las seis, el atardecer era hermoso, la casa de los padres de Gabriel era una hermosa mansión.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora