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No me gustan nada las salas de espera de los médicos u hospitales, me dan repelús. Pero aquí me encuentro, bueno, nos encontramos, incluida mi prima Val.

     —Chicos muchas gracias de verdad, pero podéis iros, así os preparáis para la fiesta, no os preocupéis —les digo.

     —¿Estás loca? No te vamos a dejar sola y menos con el tobillo así como lo tienes, y con tu prima aquí —me dice Grace regalándome una sonrisa.

 Miro a mi prima Val y la encuentro jugando con Jace encima de sus piernas.

Que envidia.

Espera. ¿Yo he dicho eso?

Si, lo he dicho.

Nadie lo tiene por qué saber.

     —Mira Vicky, sabemos que te conocemos desde hace relativamente poco, pero al menos para nosotras ya eres nuestra mejor amiga —me consuela Emma.

     —Y para nosotros también —agrega Tyler.

     Noto como mis ojos empiezan a escocer, pero me concentro en que no se me escape ninguna lágrima. Joder, que sensible soy.

     —Gracias de verdad, qué suerte haberos encontrado —les dedico una sonrisa.

     —Victoria Hudson, pase por aquí por favor —dice una enfermera.

     Asiento y paso a consulta.

Después de unos veinte-veinticinco minutos dentro, me venda el tobillo y me entrega las muletas.

Al salir las miradas de todos se centran en mí y les veo con cara de preocupados.

     —Me ha dicho que en una semana vuelva para ver como está y si ha mejorado me quitará la venda y las muletas. Lo peor es que no lo puedo mover apenas, por lo que no voy a poder entrenar —les informo.

     —Joder, me alegro que no sea muy grave, pero el sábado que viene tenemos el primer partido de la temporada —dice Kayla.

     —Lo sé chicas, lo siento, pero os prometo que para el sábado estaré como una rosa y machacamos al otro equipo —digo con una sonrisa aunque me tiembla un poco.

     —No te preocupes anda, lo importante es que puedas volver a brillar en las canchas —me anima Grace

Mientras salimos de urgencias, Val se me acerca.

     —Tata... ¿se pueden quedar a cenar en casa, porfi? —me pregunta con un puchero y ojitos de cachorro que es imposible decirle que no.

     —Está bien, ve a decírselo a todos —le digo y veo cómo se va sonriendo hacia los 5 chicos.

James la ve y la coge en brazos para subirla a los hombros.

Sonrío.

Imposible no hacerlo.

Después de un paseo no muy corto, llegamos a casa, les invito a entrar y pedimos unas pizzas.

Le envío un mensaje a mi padre para contarle todo lo sucedido y para que se quede un poco tranquilo.

Cuando llega la cena, nos sentamos en el comedor y nos ponemos a hablar de cualquier tema.

     —Y dinos Vicky, ¿Qué tenemos que saber de ti? —me pregunta una Emma curiosa.

     —Buff, tampoco soy nada interesante. Soy de una preciosa ciudad de España que algún día tenéis que ir si o si, me gusta el baloncesto desde que tengo 7 años, me encanta leer, sobre todo historias clichés de Wattpad —me río —aunque también puedo pasarme horas jugando con el ordenador.

Gracias al baloncestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora