Después de cinco años, todavía no se había acostumbrado a verla de esa forma. Vestida de blanco, tumbada, dormida, con las mejillas sin color… No era en absoluto la mujer que él había conocido y, al mismo tiempo, era toda ella. En cada bocanada de aire, en cada cabello movido por la brisa que entraba a través de las ventanas, en cada "movimiento" que a él lo cargaba de esperanza. Definitivamente, jamás se acostumbraría a ver a su esposa en coma.
Le acarició el dorso de la mano, anhelando el calor que antaño le había devuelto la caricia. Ya no había sonrisas, ni miradas cariñosas, ni caricias, ni abrazos y, por supuesto, ni besos. No más de los que él pudiera darle a ella. La había velado durante cinco largos años sin perder la esperanza, a la espera de que ella abriera esos ojos color chocolate que una vez lo cautivaron. Admitía que, en algún momento de debilidad, dudó que ella despertara algún día. Sin embargo, la llama del amor era mucho más fuerte que el miedo. No se rendiría.
Conoció a Kagome Higurashi seis años atrás en una taberna en Irlanda. Estaba disfrutando de una gira por Europa a modo de regalo de graduación de parte de sus padres. Tenía veintitrés años, una carrera y un máster y ganas de comerse el mundo. Esa noche, mientras escuchaba atentamente una antigua leyenda, Kagome le cayó del cielo. En realidad, cayó del segundo piso de la taberna. Apenas tuvo tiempo de sujetarla contra su pecho y, en recompensa, le cayó encima el contenido de una pinta de cerveza que, seguramente, habría caído con ella. ¿Qué decir de ese primer encuentro? Se odiaron. Una chispa saltó entre ellos y explotó en una pelea digna de una taberna irlandesa.
Aún sonreía cuando recordaba aquellos días. Esa primera noche, Kagome le pareció la típica cría estadounidense que solo quería divertirse sin importarle que fuera a costa de los demás. Al día siguiente, tuvo la desgracia de coincidir con ella en una excursión. Durante toda la excursión, cuando uno dirigía la atención hacia el otro, este apartaba la mirada. Al otro día, se encontraron también en un concierto, donde se confirmaron todas sus sospechas sobre la chica insustancial totalmente carente de encanto, pero, a pesar de todo, no pudo apartar la mirada de ella un solo instante. Gracias a eso, pudo apartar de ella a un cerdo sin escrúpulos y muy poca vergüenza que trataba de aprovecharse de la multitud para manosearla. Algo cambió entre ellos en ese momento.
En los días posteriores, la rabia que sintieron el uno hacia el otro en un principio se fue transformando lenta e inexorablemente en un amor tan apasionado que terminaron por casarse aunque solo se conocían de dos semanas. Para la boda, se pusieron trajes irlandeses típicos con muchos colores y luces y celebraron una auténtica fiesta irlandesa. Estaban locos el uno por el otro. Nada podría haber impedido que se casaran ese verano.
Al mirarla, supo que se volvería a casar con ella un millón de veces. Kagome era ese soplo de vida que siempre había necesitado. Era espontánea, enérgica, divertida y muy vital. No había nada en ella que fuera falso o simulado. Su sinceridad era tan desbordante como refrescante para alguien como él. Sus padres, dueños de grandes fortunas, lo educaron en un mundo muy diferente al suyo, donde las apariencias lo eran todo. Todo el que no perteneciera a su clase social tenía que ser alguien que intentaba hincarles el diente. No entendían a la gente como Kagome.
Levantó su mano y se la llevó a los labios para depositar un beso. Estaba allí por una muy buena razón. Aquel era un día muy especial para ellos. Aquel día, seis años atrás, se casaron. Sin embargo, nunca habían llegado a celebrar un solo aniversario antes del accidente que la dejó en coma durante cinco años. Cuando lo llamaron del hospital para comunicarle que ella estaba en la UCI, faltaban dos semanas para su aniversario de bodas y él tenía preparada una fabulosa sorpresa que compensaría los últimos meses. En ese momento comprendió que no debió esperar tanto para recordarle lo especial que era.
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Amnesia
FanfictionLos últimos cinco años esperando a que su esposa despierte del coma han sido un infierno para Inuyasha Taisho. Sin el apoyo de su familia, la cual jamás aprobó su matrimonio, y con la incertidumbre de lo que verdaderamente sucedió la noche del acci...