Estoy sentado
en el más
suave sillón,
mirándome intermitentemente
los zapatos.Levanto la cabeza,
buscando algo
más interesante que unas simples Converse
decoradas con
un cutre rotulador negro;veo una secuencia de imágenes
que no deja de decirme «¡tonto!»mientras me seduce con sus sencillos trucos.
Intento levantarme,
pero no sé,
no quiero.Observo la simplicidad del rectángulo,
la complejidad de su interior,
y la absurdez de su contenido.Me hurgo la oreja,
sí,
esto me parece asqueroso,
¿quién soy?Huelo comida,
algo se despierta en mi,
como amor,
alegría,
no sé.Me siento débil.
Cojo el mando de la tele,
y me doy cuenta de que no puedo pensar.De pronto,
lo poco que queda de mí dice:«adiós»
Y mientras sigo viendo la tele
y zampando,
me doy cuenta de queestoy muerto.