Folkinxor (I)

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En aquella zona, no había cazadores en ese momento. Por ello, sus habitantes habían salido de sus escondrijos, Entre ellos, una enorme avispa de metro y medio, y de nivel 60, que las estaba acechando.

Quería capturarlas vivas, inmovilizándolas con su veneno, para luego inyectarles un huevo. De él saldría una larva que devoraría a sus anfitrionas desde dentro mientras aún estaban vivas.

Lo que no esperaba era que un ser más pequeño y de menor nivel la atacara de improviso, con un poder no propia de dicho nivel. Pico, garras y viento se concentraron en una de las alas de la avispa, que no se rompieron, pero sufrió bastante daño.

El insecto se volvió contra la azor, pero ésta ya se estaba alejando. Esa distracción le costó el ataque de tres flechas mejoradas con Acelerar, Toque de Viento y Flecha Penetrante. Apuntaban a la misma ala que había sido atacada, intentando acabar de romperla.

Lograron agujerearla, aunque no que la avispa perdiera totalmente el control del vuelo. Sin embargo, sí había perdido el control de la situación, en concreto, había perdido de vista a la lince.

Ésta había aprovechado para trepar rápidamente por un árbol cercano, y saltó sobre la desconcertada avispa, acabando de rasgar las ya dañadas ala. Inmediatamente, saltó a un lado, mientras la presa caía en círculos.

El golpe no la mató, pero había perdido toda su movilidad, por lo que era una presa fácil para las flechas de la elfa. Siendo nivel 60, y con la experiencia que habían acumulado, fue suficiente para subir a 55. Pero su alegría era eclipsada por el temor a que los destellos de maná alertaran a sus perseguidores.



En 55, había recuperado el hechizo Sobrecarga de Viento, similar al de luz pero con el poder cortante del viento, mucho más útil en el juego. Que lo tuviera en 10 indicaba cuantas flechas habían explotado a causa de éste.

También tenía ahora la habilidad Martillo, que consiste en golpear con el mango de una de las armas a la que está clavada, con mucha más fuerza y precisión de lo que se podría hacer sin la habilidad. Solía usarla sólo para rematar a los mobs en el juego, pues, en caso contrario, puede costar recuperar el arma. La tenía en 6, pues no siempre era fácil lograr las condiciones para ejecutarla.



La arachne no fue la única en sentir los destellos del maná, aunque si la única que sabía exactamente a qué se debía. La mayoría creyeron que se trataba de otros cazarrecompensas, o quizás bestias cazando, pero ella se apresuró en esa dirección. No le era fácil seguir el rastro, pero sí correr hacia un punto determinado.

Cuando llegó, sólo encontró los restos de un insecto del que se habían extraído todas las partes aprovechables con extrema habilidad. Aunque extrañada, llegó a la conclusión de que alguien lo había hecho antes de la pelea que había detectado, y que era simple casualidad que estuviera allí. Lo que fuera con lo que había luchado su presa no podía ser eso. No podía saber que un hada podía ocuparse de ello con gran rapidez, además de ir y venir mientras ellas se adentraban en el bosque.

Le costó unos minutos descubrir el rastro correcto, pues no era esa su especialidad, y decidió seguir a toda velocidad en esa dirección. Cada vez que lo perdía y tenía que buscarlo de nuevo, le costaba demasiado tiempo, por lo que apostó por correr hacia allí, esperando poder acercarse lo suficiente.

Un poco más tarde, llegó la mujer-zarigüeya. Rastreadora experta, había descubierto el rastro bastante después, pero lo había podido seguir con mucha más eficiencia. Le preocupaba la presencia de la arachne, pero confiaba en poder mantenerse al acecho, o sobrepasarla.



La lince esquivo de un salto el Escupitajo de Seda de un gusano del color de la tierra, y de poco más de un metro. No era muy grande, pero, de ser alcanzadas, podían quedar inmovilizadas por la resistente y pegajosa combinación.

Enredar inmovilizó a su enemigo nivel 60 por unos segundos, mientras que Muro Natural les cubrió las espaldas mientras huían de allí. No tenían tiempo de luchar contra aquel ser, más lento que ellas. Era suficiente con aumentar la distancia y dejar algunos árboles entre medio.

Ya no usaban Detección de vida, sino que corrían a toda prisa. Sabían que algo las seguía, algo mucho más poderoso que ellas. Su hermana alada había vislumbrado lo que quizás era una araña gigante. Aunque no era eso lo más importante, sino que les estaba ganando terreno, a pesar de Pies Ligeros.

Por suerte, estaban cerca de las ruinas, aunque no sabían exactamente qué buscar allí. En su reconocimiento desde el cielo, su hermana no había encontrado nada que pudiera ser un túnel. Y aunque la arachne no se dirigía exactamente hacia su dirección, tampoco se alejaba mucho. No obstante, por ahora, no había saltado ninguna Alarma cercana.

Pasaron bajo lo que quedaba de un gran arco de piedra, completamente cubierto de diferentes tipos de plantas enredaderas o líquenes, y usó Ramas Traviesas para tapar la entrada, dificultando así que las siguieran. Justo después, colocó allí un Abismo de Viento, pues, a pesar de las plantas, era la entrada más accesible.

Aquella acción descubrió unas inscripciones en la piedra, que, aunque no completas, podía adivinarse su contenido: "Bienvenidos a Folkinxor".

Los restos de los muros, muchos de ellos cubiertos de espinos, aún eran suficientemente altos para dificultar el paso. Las partes más desmoronadas eran precisamente las que estaban cubiertas más densamente por las plantas que habían reclamado su territorio.

La azor siguió vigilando el perímetro, al mismo tiempo que, con su aguda vista, buscaba cualquier indicio de un túnel, mientras que lince y elfa se dividieron. Si bien podía resultar peligroso, más lo era no encontrar una vía de escape.

La felina se dedicó a recorrer la muralla por el interior, mientras que Goldmi se adentraba en las ruinas. Fue hacia los restos de un gran edificio casi en el centro de la antigua ciudad, algunas de cuyas paredes aún estaba parcialmente en pie, y algunas de cuyas cúpulas aún podían apreciarse. Aunque rotas y en el suelo, todavía conservaban parte del esplendor de antaño, en el que habían cubierto el gran bazar, el que había sido el corazón económico de la ciudad.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora