❅ La habilidad de ocultar mediante sonrisas radiantes ❅
Hikaru-Jin Minami tenía un cabello tan negro como el hollín y tan largo como las prolongadas ramas de un sauce llorón. Sus labios eran pequeños, pero rollizos y de un color escarlata colmado de savia que provocaba que fuera inevitable desviar la vista de ellos.
Supongo que, en realidad, era ineludible no fijarse en ella o en la calidez que desprendía cuando estiraba las comisuras de sus labios para mostrar una radiante sonrisa que casi hasta rozaba el lóbulo de sus orejas. Sus ojos, ya de por sí achinados, se veían absorbidos por sus infladas mejillas, pintadas de un color rosado que trataba de esconder las pequeñas e infinitas motas marrones que abrazaban su rostro. Era risueña. O, bueno, fingía serlo.
Porque, de haber sido tan jovial y feliz como hacía ver, su vida no habría tenido un final tan desmoralizador, mortificante y enervante.
Las olas la arrastraron y, en lugar de luchar, se dejó hacer. Fue presa de la crueldad de su propia mente.
Hay veces en que el destino no tiene siquiera la oportunidad de hacer acto de presencia.Hikaru-Jin Minami tenía un cabello tan negro como el hollín y tan largo como la capa bruna de La Parca. Quizá por eso le fue tan sencillo tomar su mano cuando se encontraba al final del túnel. Estoy seguro de que, incluso, le dedicó una de esas sonrisas cautivadoras cuando la vio aparecer. Aunque, aquella vez -y tal vez la primera en toda su vida-, no se trataba de un engaño tras el que se ocultaba la aflicción irremediable de una chica perdida.
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Las vistas desde el corazón de Jin
Kısa HikayeDe pronto, una fina -pero larga- hebra de cabello color carbón cayó sobre el río, tal como una flor del árbol de sakura, que abandona su hogar para jugar, traviesa, en pleno invierno. El tono silencioso de su voz: "Asher-chan, ¿te he hecho esperar m...