Capítulo 1.

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Raven.
-Raven. ¡¡Raven!! Dijo la maestra Ciara, mientras me daba una palmada con su libro en la sien. Si había algo que me molestara más que las clases de física cuántica, era atraer la atención de un curso mediáticamente grotesco. Mientras oía las carcajadas de mis compañeros por el golpe, pude captar a unos cuantos metros de mí:
-Maestra no moleste al niño de mami, ya sólo piensa en que se va a largar de Halville junto con su familia y nos hará un favor a todos, no queremos escoria aquí.
Desde que me mudé con mi papá aquí hace 3 años, ya tenía problemas con Tedd, así qué; Inmediatamente me levanté de mi asiento, conduje ferozmente con mis dos piernas y un espíritu que parecía ser inquebrantable, destinado a lanzarle una golpiza a Teddie, el típico fortachón popular, rey de los deportes y mujeriego del salón. La profesora se encontraba de espaldas, era la ocasión perfecta.
Esta no es una historia en la que el débil le gana al fuerte, por eso lo que hizo mi única considerable amiga dentro de esa jaula, casi me salva del proceso de huntar aguja e hilo en mi rostro; Alecia me detuvo unos centímetros antes de llegar a ese malandro, pero no llegó a ser suficiente. Tedd condiseró mi intento fallido de defensa personal, cómo una amenaza a muerte a toda su familia, así que como todo animal, mostró su verdadera naturaleza, le bastaron dos movimientos en un lapso de 10 segundos para noquearme. Antes de que todo se nublara y viviera en plena oscuridad temporal, sólo pude observar en cámara lenta, las lágrimas cayendo de los ojos de Alecia y decenas de miradas de personajes incomprendidos en un mundo de mierda, miradas oscuras, llenas de avaricia e ignorancia.
Desperté en una camilla cálida, y entre toda la tranquilidad del cuarto de enfermeria, empezó el grave dolor del golpe de un gorila. Gemí adoloridamente durante unos diez segundos hasta que, Ale entró: "¿Cómo estás, ya estás mejor?" Preguntó cuidadosamente mirándome a los ojos con dulzura, cómo si sintiera el dolor que yo no siento.
- Lo estoy, no debiste ayudarme, pudiste haber salido lastimada. ¿Qué haces aquí?
- Salí porque quería saber cómo te encontrabas. Lo siento, sabes cómo soy, odio el tipo de cosas que te hace ese tipo, cuándo te piensas defender?
-Sabes que no pued...
-No! Sí puedes, si crees que nadie confía en ti, estás completamente loco, sé que tu padre te tiene mal y no puedes olvidar lo de las vías, yo tampoco puedo, pero estoy aquí, yo sigo aquí. Me dijo, mientras me abrazaba y sus lágrimas se consolaban con la tela de mi sudadera.
-Está bien. Angelito, está bien. Le dije, con una voz tan típica quebrada que no daba pena, daba esperanza.
Con el paso de 48 horas, estuve ideando una plan junto a mi ángel de la guarda, debía ser la perfecta humillación para Tedd Snyder.
-Ají en polvo, cinta, lentes de visión nocturna, Polvo pica pica, pizza, creo que está... ¡La cuerda, falta la cuerda! Alecia Exclamó exaltada.
-No te preocupes, mi padre tiene una en el garaje, regresa mañana así que te garatizo que saldrá todo bien.
El gran Heisen, mi padre, era un tipo muy estricto, dueño de la empresa de camiones del pueblo, para él, su propio trabajo era un arma de doble filo, ya que el mismo que le dió la vida que tiene, le quitó el tiempo para hacerme la vida imposible. Constantemente se iba por varios días, y cuando no estaba, Alecia sí. Ella estaba conmigo cómo un chicle cuando se adhiere a un pupitre.
Le dije mientras le sonría y colocaba lentamente mi mano en su mejilla; Mañana es el día de la venganza, y quiero decirte algo. "Gracias", sí, gracias por levantarme, por ser mi angelito de la guarda.
Sus ojos color ámbar se humedecieron mientras me veía fijamente. La vi satisfecha con esto, a fin de cuentas, también lo hacía por vengarse de Teddie, aún así, la gratitud siempre fue mi única virtud.
Mientras lloraba de nuevo, gageaba; -Gracias a ti, por creer en mí, todo estará bien, seguiré el plan, tal cómo lo creamos. Me abrazó y tenuemente oímos el cláxon del carro de su papá.
-Es mi padre, me tengo que ir, exclamó débilmente mientras se alejaba de mi.
Después de que se fuera a su casa y guardara la cuerda del garaje de mi padre, en la maleta de Ale. Dedicí descansar, pues habían sido 48 horas de arduo trabajo. Mientras intentaba dormir, no podía pensar en nada más que en la revancha contra el grandulón, mañana era el día en que la vergüenza, sería su propia guía para el purgatorio.

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⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

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