*ESTA HISTORIA CONTIENE ERRORES ORTOGRÁFICOS, ESTOY TRABAJANDO DE ELLOS*
Astartea Hunt es misterio puro. Asesina sin remordimientos, con secretos oscuros y un pasado traumatico.
Gabriel West. Un simpático y muy dulce, universitario de derecho, pero...
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Hola, papá.
Ésas dos palabras me hicieron sentir aturdida mientras observo al hombre frente a mí, acercándose, con los ojos puestos en mi novio, con una inmensa sonrisa de oreja a oreja. De repente todo está en silencio para mí, todo ocurre en cámara lenta.
Cada movimiento, cada palabra se escucha lejana y el aire me falta. Es una sensación extrañamente asfixiante, respiro, sí lo hago, pero parece que no lo hiciera. ¿Cómo la simple presencia de alguien te puede asfixiar sin siquiera tocarte?
—Ella es Astartea, mi novia —y las palabras de Gabriel me trajeron de vuelta como un balde agua fría.
Lo observé algo sorprendida y me percaté de que me estaba ofreciendo su mano para tomarla, así que coloqué mi mano sobre la suya y me levanté de mi asiento deseando con todo lo que tenía, que éste hombre no me reconociera.
Sus ojos se dispararon hacia mi dirección con rapidez y parpadeó un par de veces asegurándose de que, si lo que veía, era real. Asegurándose de que soy real y sí, soy muy real.
Ésa maldita mirada me daba náuseas y los demonios de mi interior estaban como locos, no había paz dentro de mí. Absolutamente no.
—¿Astartea? —frunció el ceño, sus ojos clavados en mí, mirándome tan fijamente, buscándome entre sus recuerdos más oscuros del pasado—. ¿Astartea Hunt? —repitió y fue entonces cuando sentí que el mundo se me vino encima, quiero huir de aquí.
Me recuerda.
Aprieto los labios y asiento lentamente mientras hago puños mis manos para tranquilizarme incrustando mis uñas en la palma de mis manos. Su sonrisa asquerosa se amplió y miró a su hijo y luego a mí.
—La misma —pronuncié con frialdad.
De inmediato sentí los ojos café chocolate de Gabriel, lo miré por el rabillo de mis ojos, se veía confundido, pero tenía una sonrisa ladina en los labios.
—Hace tanto que no sabía de ti —emitió el señor West con alegría, se acercó, pero retrocedí rápidamente, pues su cercanía era lo que menos quería ahora, y para mi suerte, Gabriel sabe cuándo estoy incómoda, por lo que me refugió en su espalda—. Lo siento, olvidaba tus traumas. —agregó con desdén y sentí que el corazón se me saldría del pecho.
Joder.
Estoy aturdida y tengo corazón latiendo con demasiada fuerza. Mi respiración es irregular y no puedo evitar sentirme intimidada y nerviosa. Sentirme indefensa, vulnerable y estúpida, volví a ser la niña idiota a la que rompieron en mil pedazos una y otra vez, me frustró que éste hombre me hiciera sentir inferior. Me llenó de rabia que una parte de él, siguiera pensando que soy una ingenua.
Pero, sorpresa Señor West, no soy la misma. Aquiles Hunt se encargó de convertirme en lo peor de éste mundo.
—Papá —replicó Gabriel con voz áspera y se notó que esta tan disgustado como yo.