20- Regreso.

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Bastián

Necesitaba estar solo, así como estaba mi niño, yo no podía estar tranquilo sabiendo que él estaba con unos desconocidos que podían hacerle daño, lo único que quería era a mi bebé a mi lado. Él era mi mejor amigo, mi cómplice y lo quería de regreso, era imposible que pudiera estar tranquilo. Y sí, tenía otros dos hijos que también amaba, pero ningún hijo podía reemplazar a otro. Levanté la mirada y las gotas de lluvia cubrieron mi rostro, haciéndome preguntar ¿por qué siempre que estaba tan destrozado como ahora llovía? Mientras caminaba sólo podía pensar en mi hijo, desde el momento en que April me dijo que estaba embarazada, hasta el último momento en que estuvimos juntos, todo pasaba como una película, en la que habían momentos difíciles, pero siempre nos llevaban a momentos felices, pero ninguno tenía comparación con el que estábamos viviendo en ese momento. En cada momento difícil él había estado a nuestro lado, él junto a sus hermanos nos habían ayudado a continuar.

¿Cómo podía continuar si él no estaba?

—Bastián, estás tliste —se paró a mi lado y ladeó su cabecita.

—No, sólo estaba pensando en mi hermana —me encogí de hombros.

—Pelo ya hablamos de eso —lo cargué y lo senté en mis piernas—. Dijiste que no te pondlías tliste.

—Lo sé, pero me hace mucha falta.

—Te entiendo, cuando mis helmanitos no están los extlaño, aunque siemple me destluyen todo —sonreí—. Pelo los amo y los extlaño.

—Cuando amas una persona y esa persona no está, es normal que la extrañes.

—Pol eso extlaño a mi muñequita cuando no está.

—Y por eso yo te extraño a ti cuando no estás, porque te amo mucho.

—¿Y pol qué me amas mucho? ¿Polque soy el plimelo?

—En parte sí, pero en realidad es porque contigo conocí lo que era el verdadero amor.

—¿Y con mami?

—También. Pero este amor es diferente, yo te amaba antes de verte, de tenerte en mis brazos, te amaba sin conocerte.

—¿Y pol qué? —su curiosidad lo hacía verse tan lindo, más cuando ladeaba su cabecita y fruncía el ceño como muestra de concentración.

—Porque estabas en la pancita de mamá y tuve que esperar a que nacieras y cuando lo hiciste te amé aún más. No dormía y siempre me vomitabas, orinabas y otras cosas —se rió—. Aunque tú y yo discutamos como locos, yo siempre te voy a amar, aunque a veces diga lo contrario, tú eres el gran amor de mi vida.

—Pensé que ela mami.

—Sí, pero no le digas nada, ni a ella ni a tus hermanos. A ellos también los amo, pero tú eres el primero —me tomó por sorpresa con un abrazo.

—Te amo papi, mucho y cuando sea glande quielo sel como tú.

Las lágrimas junto con el agua de lluvia bajaron por mis mejillas, quería a mi hijo de regreso, no podría estar un día más sin él. Sentía que me faltaba el aire, así que me agache para controlar mi respiración, aparte me sentía sin fuerzas, ya no quería seguir caminando, ya no quería seguir con nada. Cerré los ojos un momento y lo único que podía ver era la carita de mi hijo. Luego de un rato levanté la mirada y lo único que me pareció ver era la silueta de Brad, bajo la lluvia. Me cubrí la cara con ambas manos y luego puse una mano en mi pecho, me dolía, quería a mi hijo, necesitaba tenerlo conmigo para asegurarme que estaba bien y que no lo volvería a pasar nada.

Pequeños West II [West#2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora