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El sonido de un cofre abrirse hizo que todos los presentes en la sala fijaran su mirada en el causante de ello. Un chico albino, revisaba el contenido de éste, a su lado un hombre que reflejaba en su rostro preocupación esperaba algún comentario.

– Como siempre, se lleva todo y deja basura – Comentó el albino mientras cerraba el cofre y se colocaba de pie – Definitivamente, él estuvo aquí.

– Pero... ¿Cómo? – Protestó el aldeano – Mis puertas y ventanas estaban perfectamente cerradas. No pudo haberse colado por ninguno de ellos.

– En realidad... – Una tercera voz hizo presencia en el ambiente. Un chico que llevaba una blanca máscara que cubría toda su cabeza bajaba por las escaleras que tomaban bastante espacio de la diminuta casa – La cerradura de la ventana de arriba parece haber sido forzada. Ah no ser que haya pasado un perro salvaje por su segundo piso, algo con garras se ha pasado de listo con ésta.

– Pero... ¡¿Qué dices?! – Exclamó el pobre aldeano mientras sus pasos se encaminaban hacia las escaleras, deseando comprobar los daños en su ventana.

El albino suspiró tras dejar de ver al par desaparecer y cerró el cofre; era la quinta casa asaltada y eran tan solo las que él había revisado, no estaba consiente de cuantas habían revisado sus compañeros. No pudo evitar gruñir molesto, ese bandido había hecho de las suyas de nuevo y no había podido dar con él, ni siquiera con las rondas nocturnas, la mayoría de las veces no lograban encontrarlo y, cuando lo hacían, era imposible capturarlo, era demasiado rápido para su gusto y, además, se movía ágilmente por la oscuridad, como si fuese parte de ella.

Lobo Nocturno... Sea quien sea que estuviese bajo esa máscara, no debía ser humano, después de todo quizá si pudiera tratarse de una bestia. ¿Pero qué carajos hacia un hombre lobo tan cerca del pueblo? ¿Y qué propósito con robar las cosas de los habitantes? Incluso se llevaba cosas inútiles, como hojas o carne de zombie, Lobo Nocturno se los llevaba con tan solo estar dentro de un cofre.

– Hay que reunirnos con los demás – Comentó Willy una vez que notó a su compañero bajaba por las escaleras para luego buscar algo en su mochila y sacar unas monedas de plata, las cuales se las ofreció al aldeano, al mismo tiempo que mostraba una amable sonrisa en su rostro – Tome estos Karmacoins, deben ser suficientes para llenar su despensa de nuevo.

El aldeano dudó en tomar o no las monedas, sin embargo, la insistencia del albino lo convirtió en el nuevo dueño de aquel dinero. Willy y Alexby, salieron de aquella casa y se encaminaron hacia el punto de reunión donde seguramente estarían esperándolos los demás.

– Llevaba varios días sin aparecer ese bandido ¿No? – Preguntó Alexby. Willy asintió, pero su expresión no era precisamente contenta y el más bajó lo dedujo fácilmente, por lo que lo dejó pensar mientras caminaban.

El albino llevaba fruncido el ceño, maldecía para sus adentros. Lobo Nocturno, no era la primera vez que aparecía y, aunque no lo hiciera tan seguido, cada vez que lo hacía, varias casas eran saqueadas de sus posesiones. Los habitantes de Karmaland estaban atemorizados, cada noche tenían que asegurar muy bien su casa y esconder sus cosas de mayor valor, por temor a que aquel sujeto apareciera, pero era casi completamente inútil, de una u otra forma, aquel ambicioso lograba entrar de una u otra forma. Aún recordaba cuando había entrado a su casa y se había robado al menos unos treinta Karmacoins de oro y casi quince diamantes, sin mencionar que había vaciado al menos la mitad de un cofre, seguramente esa noche había tenido más que suficiente.

Fue cuestión de unos pocos minutos de caminata para que se encontraran con sus compañeros, o al menos la mayoría de ello, al menos se daba cuenta de que la mayoría de ellos llevaban un gesto de mala leche, para nada contentos con los recientes acontecimientos.

RIVALRY (Rubegetta) - KarmalandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora