Capítulo 3: Shinobu

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Shinobu se encontraba feliz, sus padres se iban con su hermana al pueblo para celebrar el cumpleaños de su tía abuela y él, tan astuto como era, había fingido estar enfermo para no ir. Tendría la casa toda para él durante dos días, aquello era un sueño hecho realidad.

Escuchó pasos y se metió en la cama rápidamente, cubriéndose hasta la nariz con las sábanas. Su madre entró en el dormitorio y Shinobu fingió toser con fuerza.

- La muerte...

- Pobre mi niño- dijo la mujer con gesto preocupado-. Me sabe mal por la tía, no todos los días se cumplen noventa y seis años, pero me voy a quedar contigo.

- No, mamá, no te preocupes por mí- dijo Shinobu-. Seguramente sea su último cumpleaños, no te lo puedes perder.

- Está bien- suspiró su madre-, pero no le des mucha guerra a You.

Shinobu frunció el ceño al escuchar aquello y miró a su madre con cabreo. 

- ¿Miyagi qué pinta en esto?

- ¿No pretenderás que te deje solo cuando estás enfermo? You se quedará contigo y cuidará de ti.

- Mamá, ya soy mayorcito no necesito...

- Si estás bien para discutir, también lo estás para venir al cumpleaños- le interrumpió su madre y Shinobu no dijo nada más.

Sus padres se fueron y minutos después entró Miyagi en su dormitorio cargando una bandeja con zumo y galletas, quien le dedicó una sonrisa. Shinobu se cruzó de brazos malhumorado, haciendo suspirar al mayor.

- Le traigo la merienda al enfermito- dijo Miyagi intentando suavizar el ambiente-. Shinobu-chin, tu resfriado me ha salvado del cumple.

- No hay tal resfriado, estaba fingiendo- dijo Shinobu saliendo de la cama-. Así que ya te puedes ir a tu casa.

- No, le he prometido a tu madre que me quedaría aquí hasta que vuelvan.

- Pues no te puedes quedar.

- ¿Por qué? Nos haremos compañía, igual hasta consigo caerte bien.

- Lo dudo mucho- murmuró Shinobu-. Además, no te puedes quedar porque voy a dar una fiesta y no quiero viejos.

- Shinobu-chin, eso no, no la líes.

- Miyagi, vete que no te quiero en mi fiesta.

- Si me voy, avisaré a tus padres.

- Chivato.

- No habrá fiesta, Shinobu-chin.



Misaki escuchó la voz de Akihiko desde su dormitorio y sintió que los nervios le invadían. Se perfumó, peinó y aseguró de no tener nada entre los dientes antes de bajar. Pasó por delante del salón, donde estaba su hermano con su amigo, y se dirigió a la cocina a por agua. Sonrió al escuchar a alguien entrar en la cocina, dio media vuelta encontrándose con Akihiko, quien le miraba apoyado en el marco de la puerta.

- Hola, Misaki. Hacía tiempo que no te veía.

- Dos días- dijo Misaki haciendo sonreír al mayor-. Creo.

- Bueno, hoy no tienes que ir al club ese, ¿no?

- No, los sábados no nos reunimos.

- ¿Entonces estás libre?

- Tengo una fiesta- respondió Misaki.

- Lástima.

- Ven- dijo Misaki y se sonrojó al ver la sonrisa del mayor-. Solo si quieres... No será gran cosa, puede que te aburras pero si quieres...

El club de los vírgenes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora