Alexia
Era viernes, último día de esta infernal semana y tenía gimnasia. Cuando llegué a lo que se supone que era la cancha de entrenamiento, me di cuenta de que estaba totalmente desintegrada de nuevo. No es que en estos días hubiera conseguido pasar un poco más desapercibida o me sintiera ya parte de esta estúpida escuela, pero los otros días al menos no resaltaba tanto con mi nuevo uniforme. Pero en gimnasia también había uniforme, uno muy horrible si tengo que ser sincera, y ahí estaba yo, con unas ajustadas mallas negras y la sudadera de mi antiguo instituto.
- Vamos, chicos.- Dijo una atractiva voz dando palmadas.- Venid aquí.
Rápidamente todos los alumnos se situaron en un círculo alrededor del profesor que, para mi sorpresa, era el dichoso y asquerosamente guapo Reeds. Me estaba mirando irritado, supongo que por mi paso lento. Bueno, profesor, cada uno tiene su ritmo.
- Señorita Woods, ¿cree que es posible que llegue algún día o necesita ayuda?- Me dijo mirándome duramente, jodidamente serio. Joder, era tremendamente erótico cuando me miraba así.
Y yo avancé aún más lento, dedicándole una falsa sonrisa. Realmente tenía ganas de decirle "Prefiero que vengas y me cargues en esos sexys brazos, profe", pero supongo que no era lo más adecuado teniendo en cuenta su notable mosqueo y que todos ya me estaban mirando.
- ¡Ey, pensé que no lo conseguiría nunca!- Dijo fingiendo entusiasmo cuando llegué a su lado.- Mis felicitaciones.
Esta vez no pude evitar sonreír, consiguiendo sacarle lo que supuse que era un intento camuflado de sonrisa. Si tan solo no fuera tan serio... ¡Era irresistible!
El señor Reeds no tarda en poneros a correr por toda la cancha. Diez vueltas y yo a la cuarta ya estaba harta. Continué andando, convencida de que sinceramente no tenía sentido correr por correr.
- ¡Woods! ¿Quiere correr?- Me sorprendió el profesor trotando a mi lado.
Si la pregunta hubiera sido ¿Quiere correrse conmigo? Obviamente la respuesta sería sí, pero honestamente... Odio correr.
Liam
Esa niña verdaderamente me estaba retando. Cada vez que me miraba... Sin saber por qué, conseguía ponerme de mal humor.
Y ponerme a secas. Pensé cuando vi su culo en pompa, mientras estiraba. Me acerqué lentamente a ella, disfrutando de las maravillosas vistas. Luego carraspeé peligrosamente cerca de su cuerpo y ella se enderezó, haciendo que su espalda tocara mi pecho.
- La próxima vez traiga el uniforme del centro.- Susurré cerca de su oído. Olía malditamente bien.
Vi como se estremecía, pero no se movió. Me retaba, claro que lo hacía. Pero yo no iba a caer por una niñata de instituto. Aunque tuviera esa boca tremendamente follable. No entendía qué cojones me pasaba, pero desde que la vi el lunes pasado se me hacía inevitable mantener mi vista en ella.
- Vamos, chicos. Hoy jugaremos a béisbol.- Declaré alejándome de su cuerpo y encaminándome al centro de la cancha.
Media hora después tenía completamente claro que era buena. Se movía bien dentro de esos ajustados pantalones y me hacía negar con la cabeza cada vez que pasaba delante mía con su paso lento, contoneando sus caderas mientras me miraba a los ojos. No sé qué se proponía, pero tenía seguro que conmigo no iba a conseguirlo.
La clase transcurrió rápido, con César de protagonista como de costumbre y Cindy intentando calentarme. Esa rubia realmente se esforzaba por conseguirlo, pero quizá podría gustarme si tuviera diez años más.
Repentinamente, Woods se puso tensa. Pude notarlo por como cuadró los hombros completamente paralizada en la tercera base. Luego su mirada viajó al campo de fútbol y pude verlo. Nuevamente McBain. No sabía qué se traían entre manos, pero no iba interrumpir mi clase por sus niñatadas.
- Woods, ¡eliminada!- Grité consiguiendo parcialmente su atención, pero ella tan solo se fue hasta las gradas sin rechistar, sin quitar un solo segundo los ojos de encima de él.
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Después me iré
Любовные романыAlexia Woods se ve obligada a mudarse a Chicago cuando sus padres deciden darle esta segunda "oportunidad". Ha estado perdida mucho tiempo y es hora de reencontrarse, pero lo que no espera es que tal vez en este camino de vuelta, no sólo se encuent...