13. Una clase nocturna

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Danel

Salimos del edificio y llegamos al patio evitando que alguien vea que Summer lleva una mochila, llamaríamos mucho la atención de la gente. Atravesar el patio se nos hace un poco difícil. Además de que hace una buena temperatura, mañana no tenemos que madrugar y nuestros compañeros aprovechan para estar con sus amigos y pasar el rato. Seguramente hoy se queden más tiempo que de costumbre.

Tras algunas miradas de gente curiosa, llegamos a nuestro árbol. Mi mochila sigue en su sitio, doy las gracias por ello. Miro el reloj de mi móvil, son casi las diez de la noche. Es muy pronto para que la gente se vaya, por eso pienso que necesitaremos tener paciencia hasta que se vayan a dormir.

— ¿Y qué pretendes hacer ahora, Danel? —pregunta Summer—. No creo que hoy la gente se vaya pronto a dormir —pone los brazos en jarra.

—Tenemos que tener paciencia hasta que se vayan —respondo.

—Pues aún son las diez, tenemos como mínimo cuatro horas.

—Ya... —le doy la razón—. ¿Me pasas tu mochila?

Me la entrega, la cojo y la dejo junto a la mía bajo el árbol. No creo que nadie nos las vaya a quitar, y menos aquí, que no pasa ni Dios.

Y ahora tenemos un problema. ¿Qué podemos hacer?

Instantáneamente, se me enciende la bombilla.

— ¿Te apetece ir al río? —pregunto convencido de que la idea puede gustarla.

— ¿Al río de la ciudad? ¿Al de esta tarde? ¿Ya podemos salir? —pregunta muchas cosas de golpe.

—Sí, somos libres, no nos han puesto ninguna restricción, que yo sepa.

—Vale —se anima—. ¿Vamos a dejar aquí las cosas? —señala las mochilas.

Asiento.

Echamos a andar hasta la puerta de salida. Hay bastante gente que está optando por hacer lo mismo que estamos haciendo nosotros. Caminamos hasta la plaza para después torcer la calle que lleva al río.

—Se ha quedado buena noche —comento.

—Pues sí que hace una buena noche.

Miro hacia arriba y me percato de lo precioso que está el cielo.

—Además de buena noche, una noche estrellada.

Mira hacia arriba como he hecho y curva los labios dándome la razón.

Seguimos caminando en silencio hasta que llegamos a la plaza. Allí está el grupo de Leti y Beth y los que eran mis amigos, nos cruzamos un par de miradas con algunos de los que están y seguimos con nuestro paseo. El móvil de Summer suena anunciando nuevos mensajes, podemos adivinar de quiénes pueden ser.

— ¿Por qué no bloqueas a ese contacto?

Se encoge de hombros.

—Es una buena idea.

Después de pasar la calle que lleva al río, llegamos a nuestro destino.

Se asoma a ver a los peces pasar y señala a los naranjas.

—Mira, ahí están tus favoritos.

— ¿Y tus favoritos cuáles son? —pregunto asomándome yo también.

—Todos, porque hacen lo mismo, ir de un lado a otro, sin destino alguno —responde.

—Una respuesta interesante —digo haciéndome el curioso.

Ella vuelve a sonreír.

— ¿Dónde crees que estarán ahora Nathan, Blaze y Violet? —pregunta como si se preocupara por ellos.

93 días de Verano ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora