21- Momento feliz.

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April

—Estás creciendo muy rápido, ¿por qué? —escuché la voz de Bastián.

—No lo sé.

—Ya no quiero que sigas creciendo, quédate así, pequeñita.

—¿Po qué? —era tan curiosa como su hermano mayor.

—Porque quiero poder tener entre mis brazos siempre, así —me asomé un poco y vi que ambos estaban sentados sobre la alfombra de peluche, él tenía las piernas cruzadas y a nuestra pequeña entre sus brazos—. Quiero poder abrazarte y esconderte de todo mal, quiero que entre mis brazos siempre estés segura.

—Sí lo estoy —sonreí—. Tuya —tomó una corona y se la puso en la cabeza a su papá—. Dey —su papá sonrió emocionado.

—Si yo soy el rey, tú eres la princesa —le puso una tiara.

—¿Yo? —Brendan se sentó junto a ellos y se recostó a su papá.

—Tú eres un príncipe guerrero —Bastián le puso una corona más pequeña y le dio una espada de juguete—. Tú vas a proteger a la princesa  del dragón.

—Dagón —dijo Brend.

—¡Mickey! —el perro inmediatamente apareció y entró a la habitación—. ¡Ahí está el dragón!

Los niños empezaron a gritar y a correr por el cuarto riendo a carcajadas, mientras yo sólo me quedé viéndolos de largo.

—Blue, ven acá —el gato estaba dormido sobre una de las repisas donde habían juguetes y peluches de los niños. Bastián lo tomó y le puso un sombrero de juguete—. Blue será un mago.

—Mío. Mío —Avril extendió sus brazos y su papá se lo dio.

El gato ya estaba grande y era muy apegado con todos en casa, no era malcriado y se llevaba muy bien con Mickey. Los niños a veces se aprovechaban de eso para andarlo de arriba a bajo como un juguete, aunque no se quejaban, porque también mientras jugaban le daban de comer.

—Oigan, ¿quieren comer pastel? —les pregunté y por primera vez se dieron cuenta que estaba ahí.

—¡Sí! —los niños saltaron.

—Entonces vamos —su papá los cargó al bajar las escaleras porque no quería que salieran corriendo y se lastimaran.

—¿Y Ady? —preguntó Brendan al no ver a su hermano.

—Se fue —le dije.

—Ady —hizo un puchero—. ¡Ady! —empezó a llorar.

—Amor, es mentira —lo cargué de los brazos de Bastián—. Él está con los abuelos y pronto vendrá —limpié las lágrimas de sus mejillas.

—Bueno —se quedó tranquilo.

—Pastel —Avril se echó hacia atrás en los brazos de su padre, juguetonamente y él la sostuvo.

—Quieta loquita —le dio un beso en la pancita para hacerle cosquillas.

—Tres años y está más loca —la tomé de las mejillas con una mano y le di un beso.

—Tes años —se rió.

Los cumpleaños de nuestros hijos siempre eran motivos de celebración para nosotros, un año más de vida de nuestras pequeñas razones de ser, pero a pesar de eso me sentía distraída y un poco preocupada. La mujer que se decía ser mi madre aún no había sido atrapada por la policía y tenía mucho miedo de lo que pudiera hacer, hacía tiempo que no aparecía, que no se sabía nada de ella y temía mucho que estuviera planeando hacer algo más en contra de nosotros. Por más que la policía la buscaba simplemente no aparecía, estaba muy bien escondida.

Pequeños West II [West#2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora