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Una semana, casi dos, habían pasado de tan dichoso e inesperado encuentro, y Kihyun seguía reticente en cuanto a la invitación que, todavía, seguía en pie en cuanto a visitar el estudio del menor, pero sabía, muy en su inconciente, que pronto no podría evitar ese asunto, si bien Changkyun no había vuelto a nombrarlo, el mayor lo sentía como un fantasma que se le aparecía constantemente.

"Eres un maldito exagerado, Kihyun", se reprendió mentalmente, mientras veía el humo de su té evaporarse frente a sus adormilados ojos, esa fría mañana de viernes, "solo es conocer su lugar de trabajo, Changkyun ya conoce el tuyo... ¿Por que te preocupas tanto?".

Y era verdad, estaba exagerando las cosas, sus pensamientos iban mucho más allá de toda la situación, era conciente de ello. Changkyun continuamente le visitaba por las mañanas en su librería, a veces compartían desayuno, otras compartían charlas entretenidas y también... caricias discretas por sobre los libros.

Si, había perdido la batalla contra su resistencia. Los besos habían continuado, a escondidas y apasionados, como la primera vez, sin embargo... no duraban mucho. Kihyun todavía no lograba soltarse del todo, había algo en su corazón que no le dejaba abrirse todavía con el menor, y dolía... dolía disfrutar de sus tentativas caricias y besos inesperados para terminar viendo ese brillo de culpa en sus ojos oscuros cuando Kihyun se separaba de él, avergonzado y cohibido.

Era conciente de varias cosas, estaba perdido en cuanto a todo lo que Changkyun se refería, pero también sentía miedo, y sabía que era ridículo el sentirlo, es decir... había extrañado tanto su tacto, y cuando él se le acercaba, su ritmo cardíaco se disparaba y sentir temblar sus rodillas, pero esa sensación de miedo a ser abandonado nuevamente no le dejaba en paz, no le permitía disfrutarlo, por que sabía que tarde o temprano, ya fuera por trabajo o por pérdida de interés, Changkyun se iría de nuevo... y él quedaría igual de vacío que antes.

Completamente frustrado con sus pensamientos pesimistas, tan temprano en la mañana, tomó con una mano su taza y dió un sorbo largo a su té y terminó con el ceño fruncido, la bebida se había enfriado y ya no sabía tan bien. "Eso te pasa por idiota", sentenció, incorporándose para calentarlo un poco.

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La mañana pasó tranquilamente en su trabajo, los pocos clientes, ya recurrentes allí, fueron agradables con Kihyun y mantuvieron una cálida charla con él, actualizando la situación del barrio, sobre algún rumor entre vecinos o simplemente dialogando de alguna noticia que habían visto en sus televisores. Era agradable el sentirse querido por ellos, para Kihyun, la sensación de familiaridad que sentía al hablar con esos adultos mayores que, emocionados, venían tan seguido a su librería, era algo increíble.

Sin embargo, cuando notó que casi era mediodía, y pronto cambiaría turnos con Yeji por lo que volvería a su hogar, se dió cuenta de que ese día Changkyun no había pasado por allí. Tomó su celular, casi olvidado ya en el escritorio de recepción, y corroboró si no tenía mensajes del cobrizo, solía mandarle alguna tontería todos los días, pero está vez... nada.

Su corazón se tensó, y miles de pensamientos se presentaron en su mente. Revisando de nuevo, esta vez dió con su última conexión... era de hacía una o dos horas atrás, y no le había bloqueado, era buena señal.

"¿Estaría bien si le mando un mensaje yo esta vez?... ¿No me veré como desesperado?", Mordió su labio por la indecisión, y terminó dejando su celular en el mismo lugar donde estaba.

A pesar de ello, quince minutos después, el pelinegro se encontró a si mismo de la misma manera y con la misma sensación de no saber bien que hacer. Quería hablarle, saber de él, eso no lo negaría, solo culpaba a la rutina y la costumbre por ello... pero, ¿Qué podría enviarle?

 Not Mine || Changki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora